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Un Viaje Astral. Experiencia Subjetiva

Recuerdo cuando miré por primera vez “Más allá de los sueños”, esta película condensó una serie de estudios y experiencias personales.

Llevaba para esa época una veintena de años investigando sobre la vida espiritual, leyendo material de libros y sesiones, comparando y armando mi esquema de la vida más allá de la vida.

Los documentos de Raymond Moody(1), las investigaciones de hipnosis regresiva como “Vida entre las vidas”(2), y tantos más, fueron creando un modelo imaginario que pude, de alguna manera, comprobar personalmente, a través de una experiencia que podría llamar de “desdoblamiento de la conciencia”.

Estuve mucho tiempo buscando esto, pedía a mis espíritus familiares -especialmente a mi abuela- que me ayudaran a ingresar al mundo espiritual, conocer ese espacio-tiempo distinto al nuestro que los espíritus describen en sus comunicaciones.

Practiqué algunos métodos de relajación, visualización, atención enfocada; incluso, el método del castillo descrito por Brian Weiss en su primer y revolucionario libro “Muchas vidas, muchos sabios”(3).

Tuve algunas percepciones pero ninguna de carácter profundo, hasta que una noche, cuando ya estaba resignado en el intento, se me abrió esta experiencia que paso a relatar.

Estaba acostado, relajado, sin pensar en nada trascendente.

Era una noche más.

De repente “veo” -expresión sensorial lejana a lo que sucedió pero la más cercana para graficarlo- a los espíritus de mi papá y mi tío que se acercaron hacia mí.

Me tomaron cada uno de un brazo con sus manos bajo mis axilas, y comenzamos a elevarnos.

Frente a nosotros, mientras viajábamos hacia arriba, pude ver una tormenta que ocupaba todo el espacio, frente a nuestra mirada.

Eran nubes muy oscuras que cortaban la zona clara por la que nos desplazábamos.

Llegamos hasta el límite de la tormenta, al situarnos en ese lugar pude ver a mis abuelos paternos, quienes me sonrieron.

En el espacio que separaba a ambos espíritus, se produjo una abertura, como un túnel.

Mi papá y mi tío me cubrieron con un manto y permaneciendo uno a cada lado mío, ingresamos por la abertura atravesando la tormenta.

Yo quedé acurrucado entre ellos, bajo el manto y espiaba los laterales del pasadizo donde podía ver, saliendo apenas de sus paredes, multitudes de espíritus sufrientes emergiendo de la oscuridad, extendiendo sus manos, como pidiendo auxilio.

Sin tiempo para estremecerme salimos por el otro lado de la tormenta, en donde nos erguimos, quedando ésta a nuestras espaldas.

Allí pude ver panorámicamente un espacio increíble, celeste e iluminado, como el más hermoso de los cielos de Abril.

Mis conductores, sin perder tiempo, me hicieron volar por esa inmensidad.

Vi, ante mi asombro, la existencia de elementos “colgados” en el “vacío”. Es decir podía observar el piso de los mismos, desde abajo.

 Esta situación la vi muy bien reflejada en “Más allá de los sueños” y posteriormente, en escenas de la vida espiritual, en donde se ven elementos varios “flotando” en el espacio.

Viajamos hasta un templo similar al Partenón griego, con escalera de entrada, columnas y un triángulo como frente superior.

Allí descendimos.

La puerta del templo estaba cerrada y yo, ansioso, la abrí enseguida, pero con mucho cuidado.

En su interior pude ver a un hombre grande, de barba, con túnica blanca, que estaba dictando una conferencia ante un auditorio numeroso.

Atolondrado y excitado, quise entrar para escuchar y conocer más de cerca aquella imagen, pero los espíritus que me acompañaban me hicieron la típica seña de shhhh, llevando el dedo índice a su boca, y cerrando con cuidado la puerta.

Paso siguiente, emprendimos vuelo hacia una especie de habitáculo que podía ver más arriba.

Era más pequeño, del tamaño exacto, podría decir, a un confesionario católico.

Luego pude constatar que en realidad era como una casilla, que bien podría usarse para reflexiones personales.

Llegamos a la abertura vertical del mismo, y mi papá dirigiéndose al ser espiritual que allí estaba, le dice: “Mira a quien te trajimos”.

Con mi corazón palpitando al máximo miré hacia adentro… ante mi asombro y emoción desbordante, este ser gira su cabeza y me mira sonriente… era un tío recientemente fallecido, el año anterior, y con el que me unía una relación muy profunda de afecto y afinidad.

No lo podía creer, nos miramos sin hablar y me transmitió su dulzura, la misma con la que miraba en su vida física.

Ninguna duda me quedó en ese momento de encontrar tal cual era, a ese ser querido y extrañado.

Él estaba estudiando un libro, el libro de su vida, analizando, meditando, solo y en recogimiento, todo el acontecer de su existencia.

También en el mundo espiritual tenemos esos momentos de intima reflexión, como parte de los “nuevos deberes” que esta vida nos trae, es lo que alcancé a percibir telepáticamente de su mirada bondadosa.

Como si el tiempo del viaje se hubiera acabado, los espíritus me condujeron rápidamente hasta la entrada del túnel en la tormenta, que ahora podía ver desde el otro lado.

Me cubrieron con el manto y atravesamos el camino inversamente.

Salimos hacia el espacio atmosférico y se cerró el pasadizo.

Los cuatro, mis abuelos en el centro y mi papá y mi tío a los costados, me despidieron sonrientes mientras yo los miraba asombrado y perplejo.

En ese instante pude ver claramente la sonrisa cómplice que cruzaron entre ellos al terminar la experiencia, como diciéndose “¡lo hemos logrado!” Regreso a mi conciencia normal y me digo, “no puede haber terminado, quiero volver” y al intentarlo tengo la vista de la tormenta negra frente a mí, los espíritus amigos ya no estaban.

Un escalofrío invadió mi alma, fue una sensación parecida a la de ver pasar a un tren a toda velocidad estando yo parado a centímetros de su paso.

Volví, estremecido y feliz, a habitar este plano y asimilar la experiencia.

Agradecí a mis amigos espirituales este regalo, lo guardé para siempre en mi memoria, lo narré en muchas ocasiones y hoy puedo escribirlo, como si anoche mismo hubiera pasado.

Percibí que entre los cuatro habían preparado esta experiencia especial, una demostración, una pequeña muestra del mundo que ellos habitan, para mi conocimiento.

La tormenta era el bajo astral, la zona de sufrimiento de espíritus materializados, pegados a la tierra y atrapados en sus pasiones.

Para atravesarla hacía falta una protección especial, el manto como símbolo de amparo, y espíritus especialistas que saben cómo hacerlo sin riesgos.

Mis abuelos, cuidando el pasaje que se abrió apenas unos segundos y se cerró inmediatamente terminado el viaje.

Ellos quedaron resguardándome de la zona oscura y amparando el regreso.

Por eso, al ver unos años después “Más allá de los sueños” pude volver a experimentar, ahora con los ojos físicos, parte de aquella experiencia extrasensorial.

El túnel, el bajo astral, los viajes por el espacio, el contacto telepático, los seres queridos que se aparecen, los elementos que “cuelgan” tridimensionalmente.

¿Demasiada coincidencia o demasiada realidad? Incluso cuando asombrado miraba la película, percibí por unos instantes que junto a mi estaban mirando, también perplejos y estudiosos, los cuatro espíritus que me llevaron al “más allá” por unos instantes.

Sin dudar afirmo que estaban conmigo, “curioseando” este film inspirado en la vida espiritual que ellos habitan, y tal vez, como ley de compensación, esta vez ellos miraban la materia, a través de mis ojos materiales y de mi mente encarnada.

Por Raúl Dubrich. Experiencia publicada en su libro «ESPÍRITUS QUE HAN PARTIDO – Historias y reflexiones acerca de la vida después de la muerte». Este libro puede descargarse gratuitamente desde este enlace: ESPÍRITUS QUE HAN PARTIDO :: CIMA Movimiento Espirita

Referencias____

(1) – MOODY, Raymond Jr. “Vida después de la vida. Editorial Edad. Madrid. 1984
(2) – WHITTON, Joel y FISCHER, Joe. “La vida entre las vidas”. Planeta. Buenos Aires. 1991.
(3) – WEISS, Brian. “Muchas vidas, muchos sabios”. Javier Vergara Editor. Buenos Aires. 1989.

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