Lo que perciben unos como prueba de algo quizá para otro no lo sea. A lo largo de todas estas centurias, al menos desde los años 1800, ha habido sin lugar a dudas muchos científicos prestigiosos que han determinado, luego de un pormenorizado estudio, que distintos tipos de los llamados fenómenos psíquicos existen y que hay ciertas personas con la facultad de iniciar o propiciar tales fenómenos, así como de recibir las presuntas comunicaciones de entidades que no pertenecen a este mundo material.
Así las cosas, mientras la comunidad científica continúa estudiando estos fenómenos, que hasta la fecha no han aceptado como un hecho, ¿acaso esto impide el estudio de los “mensajes espirituales” que podamos recibir a través de aquellas personas que denominamos médiums? La respuesta debería ser “no”.
El motivo por el cual deberíamos continuar estudiando los mensajes de los médiums, al igual que los fenómenos, se debe a que tal vez tenga algo importante para transmitir.
De hecho, estos “mensajes espirituales” son reales y provienen de una fuente fidedigna. Si los desestimamos, entonces habremos ignorado algo de vastas proporciones y con un impacto significativo en la humanidad.
Sabemos que todo esto es cierto porque las tres religiones principales se fundamentaron en la creencia de mensajes que provenían desde más allá del plano material. Todos los profetas, incluso Jesús, habrían pasado por delirantes, según los parámetros científicos generales, de haber aparecido después de la era científica.
No obstante, a la hora de estudiar los “mensajes espirituales” se impone la sindéresis. En tal sentido, habría que determinar si existe cohesión o coherencia al respecto.
Tenemos que preguntarnos si se presenta un mensaje congruente. Si una miríada de comunicaciones espirituales a través de numerosos y distintos médiums de todo el mundo transmiten lo mismo de manera constante, ¿no sería esto un fenómeno digno de estudio?
La ciencia está llamada a comprender el universo que nos rodea, sin importar a dónde esto conduzca.
En última instancia, lo que se determine falso caerá por su propio peso, y aquello que resista la prueba del tiempo, confirmación tras confirmación, debería aceptarse hasta que surja algo más que altere o cambie nuestras hipótesis de los hechos.
Esto fue lo que ocurrió cuando la física de Isaac Newton y de Albert Einstein transformaron nuestras ideas.
Si resulta que algo parezca romper el actual paradigma científico, pues que así sea.
Los científicos que se mofan o se niegan a aceptar como legítimo aquello que se perfile como una idea novedosa y radical, que fomenta en la humanidad el conocimiento de sí, del universo y de su funcionamiento, no están siendo auténticos, a mi parecer, con su propósito supremo.
Debería ahondarse en las comunicaciones espirituales, sean del pasado o del presente, por lo que estas puedan revelar.
Por Yvonne Limoges (Estados Unidos) Traducción: Conchita Delgado
Publicado en la revista «Evolución. Venezuela Espírita» nº 11 Agosto de 2021. Para descargar tu ejemplar gratuito en PDF aquí: https://www.educacionespirita.com/biblioteca