La fraternidad, escribió Kardec, está en primera línea: es la base, y sin esa base no pueden existir la igualdad ni la libertad simple. La igualdad, por su vez, transcurre de la fraternidad, y la libertad es una consecuencia de las otras dos.
Lo que Kardec escribió significa, en pocas palabras, que una civilización de verdad exigirá que en ella reine, primero, el sentimiento de fraternidad.
Siendo todos fraternos unos con los otros, la igualdad se dará de manera natural y habrá, por consecuencia, la libertad real, integral y no sólo legal, porque nadie tendrá motivos para temer la acción del prójimo.
¡Brindamos con Kardec y los Buenos Espíritus por fraternidad universal, que es lo mismo que decir, por una Navidad eterna!
Por Juanma para el grupo de Facebook «Córdoba Espírita»
Miércoles 23 de Diciembre de 2015