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Morir es parte de vivir

La muerte es una etapa más de la vida.

Es el puente hacia la otra realidad, puente que todos hemos cruzado y continuaremos cruzando mientras sea necesario.

Esta debe ser manejada con entendimiento y tranquilidad.

Sin embargo, cuando la angustia está presente durante el proceso, tanto en el moribundo como en los seres queridos, la muerte se convierte en un evento sumamente drenante y doloroso.

La Dra. Elisabeth Kübler-Ross, Psiquiatra y Tanatóloga, propuso un modelo para la aceptación de la muerte por parte del moribundo y el manejo del duelo por parte de los dolientes.

Este consistió de las siguientes etapas: Negación, Coraje, Negociación, Depresión y Aceptación.

El orden y la duración de estas etapas varía de persona en persona, e incluso algunas de ellas pueden ser omitidas.

La etapa de aceptación es la que todos debemos aspirar a alcanzar.

En ésta, la muerte es comprendida como el cese de las funciones biológicas del cuerpo, con la continuidad de la vida después de la vida como espíritus inmortales.

Sin embargo, muchas personas mueren en una lamentable agonía y sus seres queridos experimentando un gran dolor.

Entonces, podríamos preguntarnos:

¿Qué circunstancias pueden provocar tal angustia en la aceptación de la muerte y el manejo del duelo?

Entre éstas podemos mencionar las siguientes:

– Sentimientos de Culpa, tanto por las acciones incorrectas realizadas como las acciones correctas que pudimos haber realizado y no lo hicimos.

– Ausencia del Perdón, tanto el no otorgado como el no solicitado a otros.

– Tiempo Perdido, viviendo en la queja y la crítica, y dejando de ser genuinos por el “qué dirán”.

– Falta de Expresiones de Afecto, tanto por las palabras no pronunciadas, como el tiempo no compartido por estar ensimismados o afanados en el tener.

– Asuntos Inconclusos, postergando para mañana aquello que nos correspondía hacer.

No esperemos que la muerte nos sorprenda, ya sea la propia o la de un ser querido.

Demos importancia a lo que verdaderamente lo merece.

Evaluemos constantemente nuestro proceder.

Valoremos más a la gente que a las cosas.

Sustituyamos el “yo” por el “nosotros”.

El temor a la muerte se supera en la conquista de la Conciencia tranquila.

Recordemos que para una buena muerte es necesario una buena vida…

¡Deseos de bien y un abrazo lleno de energía!

Por Geannette Rodríguez

Publicado en la revista A la Luz del Espiritismo. Publicación Oficial de la Escuela Espírita Allan Kardec. Puerto Rico. Año 2. Nº6. Enero 2016 https://www.educacionespirita.com/

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