Hay muchos que por un proceso de codificación erróneo van por ahí haciendo «doctrina», en plan salvadores del mundo; y no, ese no es el plan….
Hay que desintificarse, desapasionarse… Pues la revelación de los Espíritus NO es nuestra, no nos pertenece, y por lo tanto no es necesario «justificarla» o «defenderla» (a todo instante y en cualquier ambiente) como sí fuera una extensión de nuestro ego.
Amar el Espiritismo, sentir su llamado transformador no significa convertirse en fanáticos defensores de la Verdad.
Prestemos atención a todo esto, porque un espírita acomodado, de rótulo, no es un espírita auténtico. …pero un espírita exaltado es disfuncional en términos personales y totalmente perjudicial en términos divulgativos (porque casi siempre termina produciendo extrañeza y/o rechazo).
El espiritismo es una convicción interior y un instrumento de ayuda (y sobretodo autoayuda), pero no una justificación para ir por ahí fiscalizando las conciencias ajenas y observando con una lupa la moralidad del prójimo.
Por Juan Manuel Ruiz González