Los espíritas (llamémosles ‘religiosos’ para entendernos) no lo hacen todo lo bien que cabría esperar, por supuesto, y van por ahí adoctrinando como nuevos evangelistas… Pero también es cierto que los ‘científicos’ no lo hacen mejor, porque (en nombre de una razón no del todo gestionada), van dejando de lado aspectos espirituales que forman parte del ADN espírita y terminan gestando un Espiritismo castrado y modelado según el patrón de sus prejuicios y pretensiones cientifistas….
El Espiritismo no es de nuestra propiedad; seamos sensatos, humildes y respetuosos con una idea que nos trasciende y de la que tendríamos que ser servidores y no nuevos ‘pastores’ (por un lado), o ‘actualizadores’ de un Espiritismo reinventado (por el otro).
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Los que justifican sus desaciertos y/o pretensiones personalistas tras la desmedida defensa de un Espiritismo con más reforzamiento racional, terminan casi invariablemente convirtiendo el frío análisis en un nuevo culto, y, más tarde, son la crítica por la crítica, la rigidez de pensamiento y la desconfianza, los que terminan haciéndose los grandes controladores de las actividades y programaciones…
Los centros impregnados de este Espiritismo instrumental, que prioriza el análisis científico por encima del esclarecimiento consolador, se van apartando de elementos sin los cuales el Espiritismo no tendría sentido, como; el diálogo fraternal, la elevación mental, el recurso terapéutico del magnetismo, la oración, etc., que pasan a ser considerados (erróneamente) subproductos de lo religioso…
Estos centros y/o sus dirigentes suelen convertirse en paladines del Espiritismo verdadero, cuando, en realidad, sus propuestas, son una mera extensión del campo egótico, y por lo mismo, distanciadas de la humildad y el amor sobre los que irradia el único Espiritismo posible…
Convengo en que los «espiritólicos», incapaces de superar los atavismos del pasado religioso, que hacen de sus centros un innecesario bastión de culto animista y judeocristiano (que el Consolador vino a superar), no son el mejor ejemplo a seguir… pero no olvidemos que en la otra cara de la (falsa) moneda espírita, están los otros anteriormente descritos.
Al margen de lo bueno que en algún momento pueda desprenderse de uno u otro enfoque, el resultado suele quedar muy alejado de las propuestas superiores y luminosas del Espiritismo, cuando no termina convertido en una vaga (o triste) sombra de lo que pudiera haber sido y no fue…
Un lado de esta simbólica moneda que se desprende de las actuaciones espíritas se estanca en el condicionamiento religioso, adoptando un modus operandi de trazado cristianoide (a veces, cargado de moralismo trasnochado). Y el otro, presuntamente progresista, no va más allá de sus pretensiones, porque también ellos conservan fuertes lazos con el pasado que deben superar; concretamente con las etapas de pragmatismo filosófico y materialismo científico…
Si al final todo conduce al comodismo, la presunción o a la crítica excluyente, ¿que importa que uno de las dos corrientes se erija en representante de la verdad? ¿Que importa que sea desde el atavismo religioso o desde el pan-científico?
Los ‘renovadores’ (que se presentan como la solución al despropósito quietista-religioso), libres del autoexámen y la imparcialidad, no perciben que el camino espírita se hace construyendo SOBRE sus bases, pero nunca quitando los elementos de estas que no nos gustan…
Inmovilismo por un lado y falta de humildad por el otro; las dos caras de una moneda que, a poco que rasquemos, comprobamos que no es la del verdadero Espiritismo.
Por Juan Manuel Ruiz González
Córdoba, a Martes 25 de Febrero de 2020