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La Oración en Armonía con el Espiritismo. (El Sentido de la Oración)

Desde los tiempos más lejanos, los hombres se han vuelto hacia el sol, la bóveda estrellada, el agua, la montaña, y los múltiples dioses e ídolos fabricados por su imaginación.

A medida que llegaban profetas y luego, gracias a los avances de la ciencia, se volvieron menos temerosos de cara a ciertas fuerzas naturales que no sabían explicar.

En momentos de angustia buscaron consuelo, y buscan todavía, en una fuerza misteriosa que nuestra sociedad denomina Dios.

Algunos dicen negar su existencia, problema de vocabulario quizás.

El espírita preferirá hablar de energía creadora, de amor universal, sin intentar darle una definición más precisa (ver por ejemplo en la revista* Nº 92: “El impulso divino y el universo”).

Simplemente debemos reconocer que, como humanos, aún no estamos lo bastante evolucionados como para comprender lo absoluto de esta realidad.

Según la definición espírita, el espíritu humano, impulsado por Dios, lleva en sí, de manera consciente o inconsciente el sentimiento amoroso de su creador.

Es a través de muchas reencarnaciones sucesivas, que la chispa de este reconocimiento de un origen divino se despertará progresivamente.

¿QUÉ SIGNIFICA EN NUESTRAS SOCIEDADES EL TÉRMINO “ORACIÓN”?

He aquí la definición del Larousse: “Un acto ritual por el cual uno se dirige a una divinidad o a sus intercesores. Se define como un conjunto de fórmulas, en general codificadas, por las cuales uno se dirige a Dios”.

En las prácticas religiosas, la oración se reduce a menudo a la repetición de textos aprendidos de memoria y que, recitados por costumbre, pueden perder su valor y su sentido, cuando ya no se asocia más a la profundidad de un sentimiento.

En el marco del espiritismo tal y como lo vivimos en nuestra asociación**, la oración es un pensamiento que desarrollamos progresivamente con arreglo a nuestra naturaleza, a nuestros sentimientos, a nuestro compromiso, a nuestra convicción.

He aquí una respuesta recibida en sesión espírita:

¿Están las oraciones personales en armonía con el pensamiento espírita?

“Aquel que piensa bien, que piensa justo, entonces, activa a su alrededor un conjunto perfectamente coherente de ondas positivas que, más bien que dispersarse en forma aleatoria, sabrán alcanzar el objetivo humano de la demanda, o mejor aún, el espíritu, o los espíritus protectores desencarnados, para que esta misma demanda, si sigue siendo justa, sea satisfecha de manera efectiva.

Luego, posteriormente, otro mensaje precisa:

La oración no es una expectativa, sino una acción del espíritu responsable que da su amor.

La oración no es un recitativo, sino un verbo que lleva su función hacia aquel que la necesita.

La oración no consiste en implorar falsamente a Dios con un aire contrito y el rostro contraído de dolor.

La oración es una alegría, una función inherente al espíritu, una telepatía del alma.

La palabra prostituida por los hombres ha perdido su sentido inicial.

Recen, sí, recen, amigos míos, con todas sus fuerzas, es decir con todo su deseo de aportar al otro lo que él espera de ustedes.

Dios no es responsable.

Ustedes son libres y es por eso que su oración es un acto de amor que no exige su intercesión”.

Nuestros pensamientos de amor deben conjugarse con toda oración recitada, siendo la fuerza de su acción la comprensión de las palabras que la harán vibrar.

¿POR QUIÉN, PARA QUÉ REZAR?

No debemos dudar en rezar a nuestro guía, espíritu que hemos conocido en una o varias de nuestras vidas anteriores, y que por amor ha decidido permanecer en el más allá para aconsejarnos.

Podemos pedirle recibir su fuerza, que nos permitirá entonces superar ciertos obstáculos y seguir nuestra senda de vida de la mejor manera posible.

“Vuestro guía es ante todo vuestro amigo de lo invisible, aquel hacia el que podéis ir sin cesar en forma mental, en todas las circunstancias.

Vuestro guía es a menudo aquel o aquella a quien habéis conocido en una de vuestras anterioridades y que, desde entonces, no cesa de protegeros”.

(Extracto de un mensaje de 1982)

Igualmente podemos realizar oraciones individuales o colectivas en atención a personas fallecidas, permitiendo a su espíritu salir más rápidamente de un estado de turbación que, más o menos largo, precede al tránsito hacia el más allá.

En el momento del fallecimiento de una persona, es recomendable efectuar cadenas fluídicas por su intención.

Eso se realiza de preferencia sobre un fondo de música clásica, pensando en el espíritu para tranquilizarlo mentalmente y dirigirlo hacia su libertad en el otro mundo.

Recibirá entonces la energía necesaria para franquear el túnel y encontrar especialmente el amor de su guía.

La cadena se realiza formando un círculo, los participantes (en un mínimo de tres) se dan la mano y en una oración común de tres a cuatro minutos, acompañan al espíritu para dirigirlo hacia el túnel con una luz brillante en su extremo, y hacia su guía que le espera.

Nuestros pensamientos pueden ser dirigidos igualmente hacia personas encarnadas, enfermas o debilitadas psíquicamente.

A título individual o colectivo, los sentimientos sinceros de amor o de amistad alcanzan, aun a distancia, a la otra persona a la que deseamos aportar un consuelo.

Tomar regularmente algunos minutos para pensar en ella, imaginarla reconfortada, sonriente, en buena forma física es igualmente un acto de oración.

“Rezar, es decir pensar, es decir amar, es decir construir, es decir también, a veces, utilizar la acción, utilizar el verbo para luchar, para luchar contra todas las formas de inferioridad, contra todas las formas de injusticia; tal es el camino, tal es el único camino”. – Extracto de mensaje.

Participar en manifestaciones pacíficas para detener un conflicto bélico puede ser igualmente una forma de oración.

Aun si los participantes no están conscientes de ello, son acompañados por numerosos espíritus pacíficos del más allá; espíritus presentes en esa ocasión, que reciben sus pensamientos de reconciliación bajo la forma de energía, y los utilizan luego para traer consuelo y reflexión progresiva a unos humanos, en el sentido de la paz.

¿DÓNDE REZAR?

No es obligatorio dirigirse a un lugar dedicado a la oración para invocar a Dios, pues él está a la escucha de todas las oraciones y en todo lugar.

Sin embargo, el contacto con la naturaleza puede agilizar este acercamiento con el creador y facilitar la oración.

“El hombre dice a menudo, casi por banalidad, que la naturaleza es bella, pero no contempla suficientemente esa misma naturaleza.

No sabe detenerse en ella.

No sabe reflexionarla, meditarla, pues si supiera eso, entonces el hombre creería en Dios.

La respuesta a muchas de las preguntas, la respuesta a muchas de las esperas no es siempre una respuesta pronunciada, no es siempre una respuesta escrita o una respuesta verbal.

La respuesta puede llegar hasta el corazón y hasta la conciencia, en el interior de la sola meditación del individuo, frente a la naturaleza, en el seno de la naturaleza que sabe hacer cuerpo con esa misma naturaleza”.

(Extracto de mensaje).

Sin embargo, no habría que reducir la oración simplemente a palabras o a pensamientos, pues ella debe igualmente, y sobre todo, ser expresada en actos auténticos hacia nuestro prójimo.

Rezar invocando a Dios puede estar al alcance de todos, pero sin acción concreta en complemento, la oración pierde su valor: actuar, franquear los obstáculos, luchar por su equilibrio, y por repercusión por el de los demás, no puede, porque se habrán superado sus debilidades, más que reforzarla.

La oración debe ayudar a dar, pues “dar es amar y amar es ser feliz” -Espíritu Vicente de Paul 1997.

Ejemplo de oración dicha por un Espíritu en sesión espírita:

Padre Nuestro que estás en los Universos,

Que tu nombre sea glorificado,

Que venga tu reino,

Que tu voluntad sea hecha en la Tierra como en todos los Universos.

Alimenta a cada uno de tus hijos,

Que cesen el tableteo de las armas, las torturas, las lágrimas y la sangre derramada.

Oh Padre mío, penetra todos los corazones y que finalmente la savia de tu nombre corra por todas las venas para regar esta Tierra con mal de amor.

Padre, Padre, líbranos del mal. 

Por Véronique Bongiraud – Traducción de Ruth Neumann

Publicado en la revista *Le Journal Spirite en Español. La Revista del **Círculo Espírita Allan Kardec de Nancy (Francia). Nº 104 Abril – Junio de 2016. http://www.spiritisme.com/le-journal-spirite/

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