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La muerte, un amanecer

Comienzo definiendo muerte y desencarnación.

La Muerte: es la terminación de la vida física, a causa de la imposibilidad orgánica de sostener el proceso homeostático.

La Desencarnación: se produce cuando el alma se desprende junto con el periespíritu, del cuerpo físico al romperse el cordón de plata que los une.

Hay un temor ancestral a la muerte, sobre todo en la cultura occidental, que en vez de considerarla como un fenómeno natural de nuestra vida, como la parte final de nuestra existencia, la relega a un segundo plano, contemplándolo como algo no natural.

En otras culturas, el tema de la muerte está más asumido, habiendo pueblos que incluso la veneran, como sucede en lugares de América Central y en Oriente, se vive de forma diferente.

El deseo de ocultar este episodio habría que valorar si es más bien por miedo o por desconocimiento de lo que ocurre después de la muerte física.

Ese miedo, pánico, terror o pavor, lleva a muchas personas a convertir el tema de la muerte en tabú.

Muchas personas a lo largo de la historia se han preguntado

¿Qué sentido tiene la vida si todo termina con la muerte?

¿Hay algo que sobreviva a la muerte?

¿Para qué vivimos? ¿Cuál es el objeto de la vida humana?

Son muchos los libros y artículos que se han escrito sobre la muerte por diferentes profesionales de las diferentes ramas; así como las experiencias personales de los que han vivido experiencias cercanas a la muerte (ECM).

Voy a dar algunas pinceladas sobre alguno de estos libros:

En la obra “Yo vi la luz” experiencias cercanas a la muerte, cuyo autor Enrique Vila López, en este libro presenta 53 casos de ECM en adultos y 6 en niños.

Es un libro importante por la talla moral y científica del autor, con una capacidad de estudio y reflexión.

Cada página fue exhaustivamente investigada con un criterio académico.

Tras muchos años de investigación, ha llegado a conocer tantas evidencias relacionadas con la independencia de la mente, que aunque no puedan ser científicamente probadas, le han llevado al conocimiento racional de que la mente, el alma sobrevive a la desaparición del soporte biológico, que es el cuerpo físico.

Las conclusiones que sacó de los casos estudiados es que, las fases, secuencias y desarrollo de las ECM son los mismos que otros autores han detectado en sus respectivas experiencias.

Que las personas prácticamente muertas pueden observar la realidad circundante desde fuera de sus cuerpos inanimados, narrando a posteriori con todo detalle lo sucedido mientras duró el desvanecimiento.

Esto puede confirmar la teoría transpersonal que establece la diferenciación entre cerebro y mente, considerando ambos conceptos como independientes, siendo la mente autónoma con respecto al cerebro.

Otro libro “La última Puerta” del Dr. Miguel Ángel Pertierra, da la respuesta a la pregunta ¿sobrevivimos a la muerte? Con la investigación de las ECM experiencias, recopilando datos y posterior estudio de los casos clínicos, aportándole relatos que ayudan a comprender este tipo de experiencias, y que no son fruto de la casualidad, sino que hay una causalidad que debemos comprender.

Y lo más sorprendente fue la experiencia personal, similar a la que le habían relatado los pacientes que habían tenido una ECM.

Después de haber hecho un estudio de muchos años, ha llegado a las siguientes conclusiones:

  1. Todas las personas, independientemente de su condición, pueden tener una ECM.
  2. Se presenta de forma inesperada.
  3. Es distinta y muy particular para cada persona, aunque similar en muchos aspectos.
  4. Significa un antes y un después en su vida.
  5. Existe un cambio ostensible en la forma de percibir la vida.
  6. Sienten que la ECM es algo totalmente real.
  7. La relación con los demás es más positiva.
  8. El tema económico se suele volver secundario.
  9. Están convencidos de la existencia de vida después de la muerte del cuerpo físico
  10. Pierden el miedo a la muerte.

Ahora, quiero mencionar a León Denis, destacable filósofo francés espiritista, en su obra “El problema del Ser y de Destino”, en el capítulo X, que trata la muerte; expone: La muerte no es más que un cambio de estado y es el principio de otra vida donde después de un periodo de turbación nos encontramos al otro lado en la plenitud de nuestras facultades y de nuestra conciencia, cerca de los seres queridos.

La muerte no nos priva de continuar viendo a aquellos seres que amamos y quedaron atrás.

La muerte está casi siempre exenta de sufrimientos para el que ha llevado una vida noble, pero no ocurre lo mismo con los suicidas, sensuales, violentos….

La duración del periodo de turbación varía según su naturaleza y valor moral.

Los espíritus inferiores conservan por más tiempo las impresiones de la vida material, creen vivir todavía físicamente y por sus tendencias y gustos se hayan apegados a la Tierra a los lugares y personas afines con los mismos gustos y tendencias; mientras que los más avanzados se desprenden rápidamente de todas las influencias terrestres y toman conciencia de ellos mismos.

Aún en estado de turbación, el alma tiene conciencia de los pensamientos que se le dirigen; por tanto, los pensamientos de amor y los buenos sentimientos son para estas almas como rayos de sol en medio de la bruma y les ayudan a desprenderse de los lazos que le encadenan a la Tierra; por ello, las oraciones pronunciadas con sentimiento y convicción son beneficiosas para los que dejan el mundo material, mucho más que las pomposas manifestaciones de culto.

Los lamentos, los llantos desgarradores, entristecen y desalientan a los desencarnados y en vez de facilitarles el desprendimiento, le retienen en los lugares donde han sufrido y donde sufren aquellos que le son queridos.»

No quiero terminar este tema sin mencionar a Elisabeth Kubler Ross, psiquiatra de gran prestigio mundial, conocida como una buena experta en el tema de la muerte.

Estudió el tema de la vida tras la muerte del cuerpo físico, después de trabajar con pacientes moribundos durante mucho tiempo.

Resulta evidente que, a pesar de tantos años de existencia humana, aún no se ha llegado a una clara comprensión de una cuestión muy importante: “La definición, el significado y objetivo de la vida y de la muerte del cuerpo físico. Cada día muere gente en muchas partes del mundo; sin embargo, nuestra sociedad, que es capaz de explorar otros planetas, (como la Luna), no es capaz de estudiar y definir lo que es la muerte humana«.

Pero, afortunadamente, estamos en la transición de una Era de tecnología y Ciencia, a una Era de genuina y auténtica espiritualidad (lo que significará un despertar, el darnos cuenta de que formamos parte del Universo y que podemos contribuir a su evolución).

Todos los seres humanos, desde el momento del nacimiento, hasta el momento de hacer la transición al mundo espiritual, tenemos uno o varios guías protectoresque nos guían, nos intuyen, ayudan, protegen, nos esperan y ayudan en el momento de la muerte física, y en ese plano espiritual nos encontramos con los seres queridos que han partido antes, si es nuestro merecimiento, donde no existe espacio ni tiempo, y uno puede desplazarse con la velocidad del pensamiento.

Elisabeth, en su obra “LA MUERTE: UN AMANECER”, nos hace comprender que la experiencia de la muerte es casi idéntica a la del nacimiento, ya que es un nacimiento a la vida espiritual, porque morir significa simplemente mudarse a una casa más bella.

La agonía no es como la percibimos. Toda persona que haya tenido una experiencia en el umbral de la muerte, no ha tenido miedo a morir.

En el último capítulo de esta obra “La rueda de la vida” (1997) nos ofrece unas memorias que se convirtieron en su testamento espiritual.

Del capítulo: “Sobre la vida y el vivir”, entresaco algunas pinceladas que me parecen importantes para interiorizar:

La única finalidad de la vida es crecer.

La lección última es aprender a amar y a ser amados incondicionalmente.

La mayor felicidad consiste en amar a los demás.

Todas las personas procedemos de la misma fuente y regresamos a esa misma fuente.

Todas las penurias que se sufren en la vida, todo lo que podríamos considerar castigo de Dios, son en realidad regalos, porque son oportunidades para crecer, que es la única finalidad de la vida.

No se puede sanar el mundo sin sanarse primero a uno mismo.

Debemos vivir hasta morir.

Morir no es algo que haya que temer, puede ser la experiencia más maravillosa de la vida, todo depende de cómo hemos vivido.

Todo es soportable cuando hay amor.

Lo único que vive eternamente es el amor.

Por Rosa Outeiriño – España

Publicado la revista Evolución. Venezuela Espírita. Revista de Cultura Espírita. 2ª Etapa. Nº6. Sep / Dic 2019

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