Estudiar a Kardec, en el conjunto de sus obras fundamentales, es seguir una vía contraria a la adoptada por el movimiento espírita dominante: no aceptar nada sin pasar por el tamiz de la razón, ningún orador, médium o espíritu debe recibir destaques, reflexionar, dudar, construir su convicción personal, ya no por simple creencia, sino por estudio.
Recientemente, participé en un evento en el ámbito espírita como ponente.
Me pasé horas escuchando a otros invitados hablar de versículos, pasajes bíblicos y unas cien veces la palabra Jesús. ¡Jesús esto, Jesús aquello!
Me pregunté si estaba en el lugar correcto.
Obviamente, llegué a la conclusión de que no lo era.
Estaba allí a solas con Kardec, tratando de conservar algún tipo de reflexión mínimamente filosófica.
Aburrir y vaciar el discurso espírita
«- Los «espiritistas cristianos» son mucho más cristianos que los kardecianos«. Lo que escuché, lo escucharía en cualquier Iglesia en el momento de la conferencia.
¿Es eso espiritismo?
Herculano Pires, a pesar de sus rasgos religiosos, ya advirtió sobre lo eclesiástico, el exceso de enfoques y prácticas religiosas que están aburriendo y vaciando el discurso espírita.
La hegemonía
El movimiento espírita, todavía hegemónico, hace tiempo que olvidó a Kardec.
¿Qué tipo de reflexión se hace en estas reuniones?
Un enfoque moral, cerrado en supuestos religiosos y, visiblemente desconectado del contexto filosófico y científico aportado por el profesor Rivail.
Añada un libro de autoayuda tradicional a los textos del Evangelio y tendrá una receta muy utilizada. Ah, en el medio pon algunas citas de Emmanuel para reforzar los argumentos.
Kardec: ¿dónde estás?
El espírita, para algunos espíritas, ya no es un ser humano.
En el llamado movimiento «oficial» hay un enfoque en la «reforma íntima» que puede resultar cansino.
El ser humano y su inserción en el (complejo) proceso evolutivo se simplifica a un discurso cristiano.
Se parece a la narrativa de «sólo Jesús salva».
¿Y quién no sigue el cristianismo ni «acepta al Cristo (mitológico)»?
¿Qué pasa con los que están «fuera de ese cajón»?
Este discurso religioso, paradójicamente, ha deshumanizado y desnaturalizado a los propios espíritas.
Los espíritas: no deben alterarse, no deben estar tristes, no deben experimentar el luto, no deben hablar de política, no deben indignarse por los problemas sociales, etc.
El espírita, para algunos espíritas, ha dejado de ser un ser humano.
Ni siquiera ahí parece funcionar la relación con Jesús de Nazaret. Ser fundamentalmente humano.
Estudia la Biblia (el Antiguo y el Nuevo Testamento), cree, reza, calla («el silencio es una oración»): ¡no seas dialéctico, por favor!
Estudiar a Kardec, en el conjunto de sus obras fundamentales, es seguir una vía contraria a la adoptada por el movimiento espírita dominante: no aceptar nada sin pasar por el tamiz de la razón, ningún orador, médium o espíritu debe recibir destaque, reflexionar, dudar, construir su convicción personal, ya no por simple creencia, sino por estudio.
Ser fundamentalmente humano, buscando, armoniosamente, el camino de la mejora personal, de la humanización, de la ética.
Sin Kardec
Sin Kardec, el movimiento espírita se convirtió en algo aburrido, repetitivo, tedioso, conservador y, a veces, desconectado de la realidad humana y social en la que vivimos.
Con Kardec, el espiritismo librepensador, humanista y progresista abre siempre nuevos frentes para el estudio crítico y dinámico del mundo físico y extrafísico y sus múltiples implicaciones en el contexto de las experiencias humanas.
Por Jerri Almeida (Brasil) Publicado en su perfil público de Facebook y para el grupo brasileño de esa misma red social «Espiritismo com Kardec» Puedes unirte desde este enlace: https://www.facebook.com/groups/Espiritismo.COM.Kardec
Nota: La imagen que ilustra este artículo corresponde a la imagen de cabecera de dicho grupo de Facebook.
Traducida al castellano.