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ÍCARO REDIMIDO: (8) «En la Cámara de los Ovoides»

“El salario del pecado es la muerte”Pablo (Romanos 6:23)

No podíamos dejar el Departamento sin completar las lecciones del día y por eso invité a Adelaide para examinar de cerca la Cámara de los Ovoides, contigua a la enfermería que visitábamos.

– Conozco la existencia de estos extraños seres, pero nunca vi a uno de ellos – decía la estudiante, admirada ante la impar oportunidad.

Una sala de iguales dimensiones continua a la Cámara de los Embriones, construida en las mismas formas, contenían pequeñas cunas conectadas también por hilos translúcidos.

 Allí, sin embargo, estas son abiertas, pues los ovoides no necesitan de protección vibratoria y temperaturas diferenciadas, como los embriones.

Aquí se acondicionan los ovoides suicidas preparados para la embrioterapia con selectivo potencial de recuperación, pues existen otros, oriundos de otras etiologías.

 Están aquellos que son hijos del odio, centralizados en mono-deísmos de rebeldía y venganza.

 Los que aquí son asistidos, sin embargo, no alimentaron tales sentimientos, pero son víctimas de avanzada psicólisis(1) .

 Examinémoslos detenidamente, a fin de que puedas hacerte una idea de los límites de la caída humana.

El ovoide es una verdadera regresión biológica, representando el colapso de la forma y de la inconsciencia.

 El proceso se efectúa a través de paulatinas degradaciones con las que la configuración humana se contrae, empezando por la pérdida de los miembros y la significativa reducción del tronco, hasta que se estaciona en su forma final, pareciéndose a una mórula embrionaria agigantada, pues guarda dimensiones que varían entre una naranja y un cráneo de recién nacido.

 La alta densidad de la psicosfera(2) lo envuelve en una niebla, volviéndole los contornos imprecisos y prestándole un aspecto gelatinoso, como los embriones.

 Su membrana externa grisácea, a semejanza de la mórula, presenta diseños romboides arredondeados.

Toqué levemente la frente de Adelaide de modo a permitirle una visualización más minuciosa del extraño ser bajo nuestro respetuoso análisis.

 Bajo la membrana protectora, podíamos vislumbrar los vasos sanguíneos con latidos casi imperceptibles, denotándosele la débil actividad vital.

 Los órganos internos se presentan reducidos en sus formas embrionarias.

 La bomba cardiaca batía débilmente en flojas sístoles, intercaladas por largas diástoles.

 Su anatomía está retrocedida al corazón de los reptiles, presentando cuatro cámaras incompletas, formadas por dos aurículas y un solo ventrículo parcialmente dividido.

 El sistema nervioso también se haya retrocedido a los primordios de su desarrollo embrionario, mostrándose como el arquencéfalo, o cerebro primitivo, constando de un tubo neuronal dividido en las tres vesículas encefálicas primordiales.

 Entre tanto, los doce pares de nervios craneanos y sus formaciones ganglionares, se hallaban presentes.

 Su temperatura es inestable, variando con la del ambiente, manteniéndose menos de un grado por encima de este.

– Estos bultos humanos, asistidos por dedicados enfermeros espirituales, están en permanente sueño estival, como los animales invernantes – dije a Adelaide.

 – El pensamiento continuo está en ellos detenido momentáneamente y no hay siquiera registro de sueños.

 El fenómeno a nuestros ojos, demuestra, sin sombra de dudas, que el estacionamiento no es únicamente un patrimonio de los animales inferiores.

 El largo letargo les permite la espera de mejores condiciones de vida y, de esa forma, pueden resistir las situaciones adversas del ambiente espiritual en que se proyectaron.

Es importante todavía considerar, para el estudioso, que la ovoidización aunque parezca exótica a nuestros ojos, no es ninguna aberración biológica completamente extraña a la naturaleza del ser.

 Fue y continúa siendo un procedimiento victorioso en los reinos inferiores de la existencia, supervisado por el principio inteligente con el fin de protegerlo ante las condiciones adversas de la vida.

 Aparentemente fue abandonado en el plano carnal, a medida que este evolucionó y desenvolvió organismos más complejos para su subsistencia, sin embargo continuó siendo un mecanismo biológico útil después de la muerte física.

 Después del desenlace, por no encontrar en el Plano Espiritual condiciones favorables al mantenimiento de sus vidas, los animales superiores y también el hombre primitivo promueven el estacionamiento periespiritual, recogiendo la conciencia todavía iniciante, en sueño letárgico, aguardando de este modo, de forma cómoda, la oportunidad de un nuevo renacimiento en la carne.

 Por eso, los ovoides humanos ya habitaron abundantemente los paisajes espirituales de nuestro planeta en el principio de la humanidad, hasta que el hombre consiguió desarrollar su periespíritu y madurar su conciencia hasta el punto de hacerlos viables para el sustento del pensamiento continuo fuera de la materia, modelando en el mundo extra-físico una estructura capaz de mantenerlo en vida activa, tal cual nos encontramos hoy.

 De esta manera, los desencarnados que recurren a la ovoidización están apenas recordando un antiguo y bien sucedido mecanismo de la evolución, ampliamente utilizado en el pasado y registrado en la memoria espiritual de todo ser viviente.

Observa estos otros aspectos de este extraño ser –continué.

– Mira más atentamente en su superficie y observa que en los centros de la membrana protectora, que no podríamos llamar piel exactamente, hay pliegues que confluyen para pequeños orificios.

 Son conductos que vierten una secreción pegajosa, segregada cuando el ovoide no está acoplado en la intimidad de algún huésped.

 Esta secreción lo protege, ayudándole a fijarse sobre cualquier superficie en que esté.

 Notemos también que en la parte inferior del ovoide se observa un pequeño orificio plegado que continúa en delgadas fibras.

 Se trata de su ventosa, a través de la cual se alimenta; no de residuos o substancias de naturaleza material, sino de vibraciones.

Se instalan estos quistes humanos, retrocedidos a una organización tan rudimentaria, preferentemente en la mente humana, pues se alimentan de las emanaciones psíquicas de sus víctimas.

 Normalmente se alojan en la frente de sus huéspedes en íntima conexión con el centro cerebral, fuente de intensos efluvios mentales.

 Como esas vibraciones no producen residuos y el metabolismo celular está prácticamente estacionado, la organización del ovoide dispensa el trabajo de los órganos digestivos y excretores, que se encuentran reducidos en sus formas embrionarias, completamente destituidos de actividad orgánica.

 Naturalmente, llevarán al agotamiento de las energías psíquicas de aquellos a quienes parasitan, acarreándoles graves trastornos mentales.

– ¿No estaremos sujetos al ataque de alguno de ellos?

– No te preocupes, amiga mía, tal asedio se fundamenta en ciertos requisitos que seguramente no traemos en este momento.

 Hay necesidad de sintonía para que la parasitosis se instale en cualquier nivel en que se manifieste, pues víctima y verdugo siempre se unen mediante anuencia de la Ley de Dios.

 Observa, sin embargo, que el ovoide posee un lentísimo movimiento pulsátil que es su respiración, en razón de un ciclo completo cada dos minutos, aproximadamente, en la misma frecuencia de las vibraciones que está absorbiendo en este instante.

 Este movimiento cesa por completo, una vez que no esté alimentándose.

 Él absorbe, en este momento, nuestras emisiones de simpatía, como podemos notar por la ligera sensación de frío en las puntas de nuestros dedos, al acercar nuestras manos.

 No obstante, en el mundo sub-humano de las Sombras, ellos son temidos y usados como verdaderas armas de persuasión por espíritus con intención de dominio, que pueden aplicarlos tanto en encarnados como en desencarnados, y por eso los ovoides son muy buscados por estos infelices.

 Una triste realidad de nuestro mundo, amiga mía.

– Es alarmante, Adamastor, observar como puede degenerar el alma humana.

 Un ser superior transmutado en una masa embrionaria disforme, perdiendo completamente la configuración ya conquistada.

 Eso me deja pasmada ante la posibilidad del retroceso.

– Nuestros amigos en la carne acostumbran a barajar controversias ante el ovoide, detentar de un claro proceso retroactivo de la forma, por no haber comprendido muy bien la revelación que parece formalmente contestarla.

 Está patente aquí el fenómeno de degradación a nuestros ojos y todos los días lo constatamos en nuestros asistidos, por lo tanto no podemos negarle la veracidad.

 Sabemos, con todo, que el patrimonio evolutivo ya conquistado por el ser continúa retenido como potencial y en verdad no se pierde.

 Sin embargo, no hay duda de que las fuerzas involutivas de la contracción fueron activadas por el alma enferma que requerirá inmenso esfuerzo para recuperarse, retardando sobremanera su progreso.

 De forma que no podemos dudar más de la posibilidad de regresión, representando sin duda, el mayor daño que el espíritu es capaz de infligirse.

 Las grandes caídas morales del ser en evolución son siempre posibles, desencadenando movimientos retrógrados para sí mismo, hasta que éste alcance los peldaños de la sublimidad, de donde se hace improbable resbalar nuevamente para los abismos del mal y de la rebeldía.

 En cuanto esto es posible, permite el Señor la libertad de rebelarse contra Sus Leyes, aunque tan grave error redundarán siempre en forma de prejuicios evolutivos para quien los practica, única forma de atajarlos, enseñando con esto a no ejercerlos más.

La Cámara de los Ovoides en el Departamento de Embrioterapia aloja a aquellos con algún potencial de recuperación inmediata.

 Son conducidos para reencarnaciones malogradas, pero para ellos bastante saludables.

 Llevarán las formaciones teratogénicas(3), incompatibles con la vida, mucho más graves, naturalmente, que las inducidas por los embriones.

 Serán así los protagonistas de diversas patologías del embarazo, como las ectopias gestacionales(4) , los dislocamientos placentarios, los blastomas coriales(5) como el muelle hidatídico(6) y, sobretodo, las malformaciones embrionarias(7), incomprensibles desde el punto de vista biológico, despertando en el observador terreno la noción de que la vida está subordinada al acaso y la presencia del Divino es incierta y dudosa.

– El investigador de la Tierra imputa como errores genéticos aleatorios e injustificables a las perturbaciones provocadas por los espíritus retrocedidos –decía a Adelaide- pero no es nada de eso, son ensayos biológicos de des-ovoidización como lo llamamos aquí.

 Producen verdaderas aberraciones biológicas, aunque ricas en un incuestionable valor terapéutico para estos desvalidos seres.

 La naturaleza no produce inutilidades e incluso la teratogenia tiene su necesidad.

 Después de varios ensayos reencarnatorios frustrados, el ovoide puede recuperarse y rehacer su molde periespiritual en la conformación humana.

 Después nacerán aún como afectados del síndrome de Down, retrasados o portando otras malformaciones congénitas de lo más diversas; ya catalogadas por la ciencia terrena, pero sin alcanzarles la causa, erradicada en el espíritu.

 Con el esfuerzo, sin embargo, se pueden recuperar y continuar así acompañando al grupo humano al cual pertenecen.

 Gran parte de ellos, entretanto, no se recuperarán y serán enviados para humanidades primitivas, donde proseguirán sus evoluciones.

– Se deduce, por tanto que los hombres no deberían detener estos procesos una vez identificados, ¿no es así?

– Sí, Adelaide, una vez más el aborto comparece aquí como factor de perjuicios para todos los implicados.

 Estos procesos gestacionales deben ser tolerados hasta el punto en que no amenacen la vida de las madres que los cobijan.

 Aunque dolorosos, son resarcimientos expiatorios y deben ser soportados al máximo, a fin de que cumplan con sus finalidades.

 En estos choques biológicos, las energías desequilibrantes de la masa ovoidal son desviadas para la carne, aliviándoles la nociva acción en el periespíritu.

 Para el espíritu en estas condiciones, funcionan como verdaderos choques, como los electroshock de la psiquiatría, llevados a efecto con el mismo propósito de despertar la consciencia adormecida en la locura.

 Se irán pues a reflejar en el espíritu como saludable impulso de reestablecimiento, invirtiendo, como ya vimos, el impulso contractivo de la parálisis ovoidal.

Nos cabe todavía considerar que existen ovoides tan intensamente atados a sus huéspedes desencarnados que reencarnan unidos a ellos, produciendo extrañas enfermedades para el análisis de los estudiosos del mundo, como el  quiste dermóide, una malformación embrionaria, descrita por la patología humana, rara e incomprendida.

 Esta evidente comprobación de la existencia del ovoide, consiste en un exótico tumor que se desarrolla de forma anómala en la región frontal de aquél que lo transporta, formado por una piel recubriendo una masa de restos embrionarios en estado rudimentario, donde se nota la presencia de pelos, glándulas sebáceas y sudoríparas, cartílagos, huesos y dientes, demostrando que, junto con el huésped, el ovoide se sometió a un caótico ensayo de desenvolvimiento embrionario.

 Nuestro conocimiento de la perfección de las Leyes Divinas nos obliga a disculpar a la naturaleza por la producción de esas extrañas patologías, siendo el propio espíritu caído el único artífice de esas graves desarmonías.

Adelaide se dio por satisfecha y era forzoso terminar nuestras observaciones, finalizando la provechosa visita al Departamento.

 Respetuosamente dejamos la enfermería con la esperanza de que el hombre terrenal aprenda definitivamente a valorizar la existencia y a dejarse conducir por el amor, a fin de que las aberraciones que hemos observado, dejen definitivamente de manchar los divinos paisajes de la vida.

– No terminamos nuestro trabajo, Adelaide, ni mucho menos –dije a nuestra amiga que creía estar encerrando allí nuestra tarea al entregar a Alberto a los cuidados del Departamento.

– Cuando asumimos una tutela, nos responsabilizamos por su completa ejecución.

 Nos podemos servir de la ayuda de otros trabajadores, pero trabajamos con un modelo de asistencia integral, adoptado hace mucho en nuestra colonia.

 Acompañamos a nuestro enfermo hasta que se vea capaz de caminar por sí mismo.

 Hasta que no terminamos nuestra tarea no pasamos adelante.

 Tal itinerario de servicio presupone el contacto con varias actividades asistenciales, que nos llevan a la ampliación del conocimiento en un sentido unitario y global.

 Nos apartamos así de la asistencia estrictamente especializada, todavía en curso en la Tierra, forma eficaz de trabajo, pero que nos distancia de la visión de conjunto, tan necesaria a nuestro crecimiento.

 Es cierto que, en diversas circunstancias, necesitamos de conocimientos especializados como ahora, más estamos forzados a seguir de cerca el proceso y con él crecemos en la asistencia integral.

 Antes funcionábamos en el modelo terreno, donde cada especialista trataba de una particularidad del enfermo, pero se perdía el contexto global de sus necesidades, y nadie terminaba por responsabilizarse por él.

 Por eso nuestros dirigentes nos trajeron esta otra forma de intervención mucho más eficaz, capaz de ligarnos a los destinos del asistido, de hacernos envolver afectiva y eficazmente con él, incentivándonos a luchar verdaderamente por su recuperación.

 En la Tierra, con mucha propiedad se dice que el enfermo que tiene muchos médicos, en verdad, no tiene ninguno.

 Eso es exactamente lo que conseguimos evitar.

 Por eso, todos estos embriones y ovoides, además de la cariñosa asistencia que aquí reciben de enfermeros especializados, tienen todos sus tutores cuidando de cerca por sus destinos.

 Así funciona la misericordia de Dios, que asiste al hombre a través del propio hombre.

Dejamos el Departamento con el compromiso de encontrarnos, en el momento convenido, con los encarnados que serían relacionados en el proceso de auxilio a nuestro amigo.

FIN DEL CONTENIDO MEDIÚMNICO


(1) Ver el glosario al final de esta obra.

(2) Lo mismo que aura.

(3) Ver glosario

(4) Embarazo que ocurre fuera del útero, normalmente en el tubo uterino y, más raramente, en el ovario o en la cavidad abdominal.

(5) Tumores uterinos oriundos de trofoblastos fetales defectuosos.

 A su vez, los trofoblastos son las células que formarán la placenta.

(6) Proceso tumoral desarrollado en la gravidez por degeneración de las vellosidades coriónicas, produciéndose una masa de células que recuerda a un racimo de uvas.

(7) Defectos en la forma de los embriones.

Nota sobre la imagen: Fotograma del film «Nosso Lar»


Publicado en el libro Ícaro Redimido: La vida de Santos Dumont en el Plano Espiritual“ (Obra mediúmnica) de Gilson Teixeira Freire y el Espíritu Adamastor.

Traductor «Khalil» usuario registrado en ZonaEspirita.com

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Información preliminar sobre el tema «Obsesión»

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Escrito por Khalil

Traductor del libro «Ícaro Redimido»

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