ÍCARO REDIMIDO: (7) «En el Departamento de Embrioterapia»
“Y tendrás confianza, porque habrá esperanza; mirarás alrededor de ti y descansarás seguro, te acostarás, y nadie te asustará.” – (Job 11:18)
Dejamos la Casa de Apoyo rumbo al Departamento de Embrioterapia.
Las intensas actividades nocturnas terminaban en nuestra colonia y muchos trabajadores buscaban el reposo en sus hogares, llenando la calle de expresivo movimiento.
La escena se asemeja a las grandes ciudades de la Tierra, al final de la jornada diaria, aunque aquí se da lo contrario.
Se aprovecha el período nocturno, cuando los encarnados descansan, para trabajar con más provecho junto a los espíritus desligados del cuerpo físico.
El día nos sirve para el recogimiento y el servicio interno, digámoslo así.
Muchos desencarnados aún necesitan del descanso para la restauración de las fuerzas periespirituales desgastadas en el trabajo diario, recogiéndose para eso, normalmente en sus hogares o en locales de descanso durante parte del día.
A medida que el espíritu se habitúa a la vida espiritual, se le va reduciendo esa necesidad de restablecimiento, mientras que los recién llegados de la Tierra utilizan aún el período nocturno para el sueño, como hábito de cuando encarnados.
Adelaide y yo ya estábamos acostumbrados al servicio casi constante y nuestra necesidad de descanso se hacía únicamente semanal, sin que diésemos muestras de cansancio.
Por eso, marchábamos rápidamente para el referido departamento, a fin de agilizar la asistencia a Alberto.
Avanzando para el otro extremo de nuestra colonia, el ambiente se modificaba paulatinamente, enriqueciéndose de acogedores jardines y árboles frondosos, haciéndose más presentes las irradiaciones solares, tan saludables para la vida del ser, en cualquier nivel que se manifieste en nuestro Orbe.
La Casa de Apoyo se encuentra en el límite del Valle, aún recibiendo de forma expresiva su influencia vibracional, pues los enfermos allí acogidos necesitan de una ambientación progresiva.
Podríamos compararlos a aquellos que viviendo en las sombras, para volver a la luz del día, requieren de progresiva adaptación a la claridad con el fin de no cegarse.
Por eso este nosocomio no cuenta con protecciones seguras contra las vibraciones del Valle, y su ambiente es un tanto lúgubre y sombrío. Sus construcciones son rudas y sus jardines áridos, aunque el ambiente se haga acogedor y confortable en comparación a las cavernas y charcos de donde la mayoría procede.
Adentrando en las puertas del Departamento de Embrioterapia, Adelaide se admiraba de sus ricos y floridos jardines, de los más bellos de nuestra colonia.
Seguíamos por una larga pasarela, adornada de flores, donde podíamos admirar una serie de estatuas situadas a distancia regular representando las siete etapas principales de la embriogénesis.
La primera de ellas mostraba una mórula, una masa de 16 blastocitos, diseñada detalladamente, el marco inicial del desarrollo morfológico.
Le seguían esmeradas reproducciones de las demás fases embrionarias, en la exacta secuencia de su desarrollo, copias perfectas de sus congéneres vivas, talladas en sustancia vítrea, dejando ver en su interior, todos sus ricos detalles anatómicos.
Todas ellas, además, emiten vibraciones sonoras de delicada composición musical que se difundían por el ambiente.
La última, sin embargo, nos despertó especial atención, una de las más bellas esculturas de nuestra colonia: dos vigorosos brazos de mármol, salidos de la roca bruta, sostienen en alto a un bebé humano, recién nacido, con el cordón umbilical aún colgando, reflejando en la cara una tierna sonrisa para la vida, en lugar de la habitual expresión de dolor.
Un recipiente, a la manera de una concha uterina, la envolvía en un delicado espejo de agua, reflejando la belleza en el líquido cristalino.
Realmente una linda construcción capaz de provocar admiración a cuantos de ella se acerquen, despertando, no solamente los sentimientos de maternidad y paternidad, sino sobretodo la gratitud por las dádivas del proceso rencarnatorio.
Adelaide, se detuvo, extasiada, ante el magnetismo de la obra.
Deseaba empaparse de las sutiles emanaciones y dejar envolver su alma en los dulces sentimientos de la maternidad terrena, bendición incontestable del Padre, a través de la cual somos partícipes de Su sagrado acto de crear
– Esta es una de las más famosas estatuas de Puertas del Valle – expliqué ante el enmudecimiento de la hermana. – Se llama Esperanza y representa los sentimientos del suicida ante la vida que se le brinda con nuevas oportunidades de rehabilitación, a través de la bendición de la reencarnación.
Casi siempre, el retorno a la carne entre los suicidas se hace en etapas dolorosas, en cuerpos deformados y a través de embriones frustrados, abortados a la primera oportunidad, cuando no son cruelmente expulsados por madres que no les resisten las emanaciones negativas.
Sin embargo, la sonrisa de este niño guarda la esperanza en futuros renacimientos saludables y felices. Delante de este monumento muchos se emocionan, ansiosos por el retorno al ritmo natural de la vida.
– Son realmente emocionantes y nos reproducen vibraciones de lo más profundo del alma – respondió, al fin, la amiga, al cesar el influjo vibracional de sana emotividad.
Examinando esas estatuas nos preguntamos como puede el hombre moderno convencerse de que las formaciones embrionarias son meras construcciones de fuerzas casuales de la carne.
Igual absurdo sería afirmar que estas construcciones son producto de encuentros fortuitos de las substancias que las constituyen. Las estructuras embrionarias son resultado de cálculos precisos que prevén con exactitud detalles que desconocemos.
Las células germinativas no detentan un conocimiento de conjunto para llevar a efecto tamaña sabiduría.
Esto no puede exigirse de una unidad celular ni incluso del código de la vida, o ADN, mero registro de moldes proteicos.
Hay necesidad de una fuente directora y unificadora de propósitos, que conozca la finalidad y el resultado final de la construcción llevada a efecto.
Imaginar lo contrario sería lo mismo que admitir que bastaría unir los materiales que conforman una casa para obtener su perfecta confección, sin la necesidad del arquitecto y de los ejecutores de la obra.
Por eso es mucho más lógico comprender que las células físicas son meros ladrillos colocados por la sabiduría constructora del espíritu; este, sí, el verdadero artífice del edificio orgánico sobre la orientación divina.
– Estos monumentos tienen el propósito de preparar al visitante para adentrarse en el sagrado ambiente del Departamento, suscitándole el respeto por la magnitud de la vida – proseguía. – Entretanto, esta última funciona también como un condensador vibracional.
Todos los visitantes que por aquí pasan, dejan a sus pies las más santas emociones de la maternidad, imposible de no ser provocadas.
Energías emocionales que son recogidas a fin de servir a la reencarnación de muchos espíritus infelices, desprovistos de la suficiente fuerza vital para mantenerse en la carne.
Detrás de esta última estatua, se abre un admirable y sereno lago, teniendo en su centro las construcciones del departamento.
Árboles frondosos y floridos rodean todo el lago, tejiendo verdadera corona de flores a su alrededor.
– Aquí, Adelaide – continué, ante la extasiada amiga – estamos en un departamento que necesita de seguras defensas contra las emanaciones que se irradian del Valle, pues adecua a los suicidas en intervalos reencarnatorios, cuando se hayan extremadamente susceptibles a las emanaciones del mal, desguarecidos de sus protecciones naturales.
Podríamos decir que aquí los espíritus se encuentran casi desnudos, desvestidos de sus habituales ropajes. No, no pienses que los veremos en forma pura – me adelanté al percibirle el pensamiento sorprendido – el espíritu puro no todavía no existe en el plano evolutivo en el que vivimos. En verdad, continúan revestidos de material orgánico, aunque bastante tenue e inestable. ¡Tranquila! Vamos a visitarlos y luego comprenderás mejor.
El lago actúa cual malla absorbente de efluvios, particular propiedad del agua, como sabemos.
Los árboles de alrededor son cerezos mantenidos en permanente estado de floración, cuyo brote blanco guarda también especial absorción a las irradiaciones del pesar.
Las melodías, permanentemente irradiadas de las estatuas, funcionan como un manto musical repeledor de las emociones de la desesperación y de la inseguridad, neutralizando con eficacia sus efectos perturbadores.
No obstante, el visitante que aquí llega portando aún sentimientos pesarosos es impedido de atravesar el puente que lleva al interior del departamento, debiendo esperar o volver desde ese punto.
Espíritus lúgubres, repletos de negativismos, no pueden adentrar en este ambiente y, por eso la vegetación aquí, no sufriéndoles las nefastas influencias, conserva especial exuberancia, siendo hasta más expresiva que la de nuestro Templo Central, donde todos tienen normal acceso.
Tres enormes edificios en forma de cúpula se hayan en la pequeña isla rodeada por aguas puras y mansas.
En el centro, una torre puntiaguda, vítrea, como una aguja, se levantaba hacia lo alto, prestando a la arquitectura un aspecto futurista. Entramos en un inmenso salón donde varios operarios transitaban y preguntamos por Fausto, el responsable directo de nuestro trabajo.
Le expusimos la situación de Alberto y él se prestó a agilizar los procedimientos habituales ante la urgencia del caso.
Recurriría pronto a informaciones superiores, estableciendo el plan de tratamiento y, en breve, serían llevados a efecto los contactos necesarios con los implicados directamente en el proceso.
Alberto fue inmediatamente transferido para el departamento a fin de aligerar su preparación, dándose prosecución a su restringimiento, lo que demandaría algunos días. Nos restaba, por ahora, esperar el curso del tratamiento propuesto.
La Embrioterapia es el recurso terapéutico más eficaz utilizado en nuestro plano a favor de los suicidas, principalmente de aquellos que se hayan en eminente ovoidización.
Pretende esta situarlos en contacto con las saludables energías maternas, a fin de adiestrar convenientemente sus impulsos auto-catalíticos.
Como ya vimos, tales pulsiones pueden terminar por desorganizar completamente la estructura periespiritual del psicolítico(1).
Sin embargo, conducido para el ambiente uterino, encuentra su debida orientación, de modo a ir acomodándose al natural proceso rencarnatorio.
El impulso contractivo, de esta forma, no es simplemente forzado a una represión, sino reorientado y debidamente aprovechado.
El hombre terreno tiene la ilusión de que se pueden eliminar estos impulsos patológicos, haciéndolos desaparecer, pero en el mundo biológico funcionan como proyectiles cuyas trayectorias no pueden ser obstaculizadas sin que provoquen daños aún mayores, debiendo ser reconducidos a fin de que aminoren sus efectos.
Al entrar en contacto con el útero materno, se le detiene el impulso contractivo, invirtiéndolo al sentido de la expansión, llevando al reestablecimiento del periespíritu.
El impulso histolítico es agotado y el histogénico es estimulado satisfactoriamente, deteniéndose así la ovoidización.
Sirve además la embrioterapia para la canalización del potencial de negatividad del suicida.
La masa embrionaria, por especial propiedad de la carne, funciona como un poderoso astringente de sus energías degeneradas, drenando el potencial destructivo.
Generalmente, esa canalización vibracional es de tal calibre que imprime graves deformaciones a la masa celular en desarrollo, volviéndola incompatible con la vida, terminando el autocida(2) por ser espontáneamente expulsado.
En muchos casos, sin embargo, el aborto natural no se hace esperar, pues las energías negativas que irradia en la madre, lo vuelve víctima de la criminal expulsión.
Un mal sin justificaciones, pero que las sabias leyes de la vida hacen que el delito redunde en provechos para el Bien, sirviendo para la corrección de los rumbos del suicida.
El sufrimiento abortivo termina por ser también terapéutico para él, pues su conciencia registrará la frustración ante la muerte prematura, fijando la enseñanza de la real valorización de la vida.
A esto se debe añadir el hecho de que la bolsa uterina es un auxiliar del drenaje vibratorio del reencarnante, funcionando también como un desagüe para sus impulsos negativos.
Todo esto hace de la embrioterapia el mejor medicamento para el suicida, imprescindible, la mayoría de las veces, para su recuperación.
– Pero para esto, la embrioterapia debe contar siempre con madres dispuestas al sacrificio.
¿Será siempre posible encontrarlas receptoras, acogiendo en sus intimidades a entidades tan desequilibradas?
– Eso requiere cuidadosas consideraciones.
En verdad, las madres no siempre se encuentran dispuestas a ese sacrificio y casi siempre la prueba le es impuesta por desmerecimientos.
Se trata, normalmente, de mujeres que realizaron abortos en otras existencias y no detentan condiciones favorables para el pleno desarrollo fetal.
Traen lesiones energéticas en el aparato reproductor, volviéndolas incapaces de un saludable mantenimiento del embrión, sirviendo entonces para la reencarnación de espíritus igualmente lesionados, como los suicidas.
Otras, son mujeres livianas, que practican el sexo desajustado, poseyendo una natural aversión al embarazo, con firme disposición a la práctica del aborto criminal.
Pero no sólo son mujeres, sino también hombres frívolos en busca de placeres fáciles, que también son llamados a la responsabilidad por sus actos.
En este caso, la prueba les es impuesta por las Leyes Divinas, que colocan a aquellos que negaron la existencia junto a aquellos que también les recusan el nacimiento.
Son hechos que sirven como recursos terapéuticos para todos los implicados, llamando la atención de los que tratan con el sexo como si fuese un mero vehículo de placeres y enseñando a otros la valorización de la vida.
Así funciona la Medicina de la Ley, que a todo condiciona para que nada exista sin objetivos sublimes y hasta el mal encuentre realizaciones en el Bien.
Los protagonistas del proceso, entre tanto, no son escogidos al acaso.
El Departamento de Embrioterapia se encarga de la cuidadosa selección de aquellos que irán a recibir al suicida.
Normalmente se exige la existencia de pasadas relaciones entre los implicados, pues difícilmente es aceptado un espíritu para la reencarnación sin el consentimiento, incluso inconsciente, de sus padres.
Esas relaciones son cuidadosamente estudiadas, buscadas muchas veces en el pasado, para que el proceso se haga apoyado en la ley de causa y efecto y redunde en provecho de todos.
Sin que se establezcan esas interacciones sus probabilidades de éxito se vuelven muy reducidas.
Además, es importante considerar que el organismo materno está, hasta cierto punto, defendido del alto poder destructivo de las energías fetales degradadas, pues la naturaleza le dotó de uno de los más cualificados mecanismos de defensa contra tal potencial desorganizador: la placenta.
Esta es, seguramente, el instrumento biológico más eficiente de astringencia vibracional que se conoce.
Al mismo tiempo que nutre al reencarnante y recoge sus excrementos biológicos, absorbe también con sabida avidez, sus energías negativas, imponiéndoles eficaces bloqueos y drenándolas con seguridad a través de la organización materna.
De esta manera, es un verdadero filtro milagroso cuyas células, especializadas en esta sagrada función, apoyadas por el amor materno, aminoran la carga deletérea del reencarnante, proporcionándole un desarrollo embrionario compatible con sus necesidades.
Sin embargo, muchas veces, esta carga vibratoria ultrapasa el límite neutralizador de la placenta, tornando posible alcanzar así el organismo de la madre, desencadenando los incómodos síntomas de la gestación.
El metabolismo materno activando sus propios emunctorios(3) vibracionales intensificará la eliminación de líquidos orgánicos acarreadores de esas energías contaminantes, a través del aumento del flujo urinario, de la sudorización y, más frecuentemente, de los vómitos, estableciéndose de esta forma la hiperémesis gravídica(4).
En grados más avanzados esas vibraciones pueden ocasionar las infecciones ginecológicas y urinarias de la gestación, cuando esas cargas energéticas son de tal monta que los microorganismos son emplazados para un auxilio más eficiente en el drenaje excedente.
Si nada de eso es suficiente, asistiremos entonces al establecimiento de un cuadro de eclampsia(5) , que la medicina terrena también llama toxemia gestacional y que se produce por una auténtica intoxicación vibratoria, pudiendo, ahí sí, traer graves daños a la organización materna, cuando el embarazo no es interrumpido por el aborto espontáneo o inducido.
Cuadros más dramáticos estos, pero que guardarán siempre correspondencia entre causa y efecto para establecerse en los destinos de sus protagonistas.
Caminando por un extenso pasillo, notamos el gran número de colaboradores moviéndose activamente, aunque con calma y respetuoso silencio, sin provocar la mínima señal de tumulto en el ambiente.
El departamento no sólo establece las directrices de la embrioterapia sino que prepara, acomoda y acompaña al suicida en su incursión en la carne, hasta su plena liberación del proceso autocatalítico.
El servicio demanda un número expresivo de trabajadores especializados.
Sus enfermerías acogen a los suicidas en los intervalos reencarnatorios, estacionados en delicadas etapas en las que se presentan detenidos en la fase embrionaria del desarrollo físico, impregnándose sus tejidos periespirituales con la apariencia de fetos disformes(6) , fenómeno aquí llamado de embriomorfia.
Percibiendo una gran curiosidad en la hermana, la invité a una rápida visita a la Cámara de los embriones, como también son conocidos los embriomorfos, con el fin de que pudiese valorar la delicada condición de esos espíritus.
Mediante autorización, penetramos en la referida enfermería.
Una enorme sala acogía pequeñas cámaras semejantes a las incubadoras existentes en la Tierra, donde se abrigan los recién nacidos.
Hilos casi invisibles penden del techo, conectándose a estos pequeños cestos.
– Son todos espíritus suicidas, asistidos por nuestra colonia – explicaba a Adelaide.
– Pasarán por una primera encarnación a fin de recuperarse de la loca desventura de la auto-destrucción.
Estos embriones, entretanto, serán partícipes de encarnaciones malogradas, pues no reunieron suficientes impulsos vitales para resistir en la carne.
Sin embargo, pocos evolucionarán hasta la expulsión espontánea, siendo la mayoría víctima del aborto criminal.
– De manera general, estos espíritus desencarnan con un reducido potencial expansionista y por eso no establecen la adecuada histogénesis periespiritual, cerrándose en la forma física embrionaria interrumpida.
Muchos portan señales de las teratogenias(7) , impuestas en la carne por sus contaminantes vibraciones, y otros quedan marcados todavía por las características lesiones del instrumental abortivo.
Así permanecerán hasta que nuevas oportunidades reencarnatorias los liberen de la prisión morfológica.
Bajo los cuidados de dedicados colaboradores permanecen aquí, aguardando las bendiciones de nuevas reencarnaciones.
Sus necesidades de sustento son muchísimo más reducidas y consisten, prácticamente, en calor y vibraciones, principalmente aquéllas oriundas de la maternidad.
Los hilos pendientes del techo traen estas emanaciones, recogidas de diversos orígenes, como: pensamientos de familiares distantes, oraciones de entes queridos y energías tomadas en reuniones de intensificación vibracional, sesiones llevadas a efecto por el Departamento, con este fin.
– ¿Quieres decir que los sentimientos maternales que la estatua me motivó están siendo empleados aquí, en este momento? – Recordó la amiga, admirada.
– Sin duda.
¡Y muy bien aplicados!
Conviene esclarecer que el Departamento acoge sólo los embriones oriundos del Valle mientras que otros, no suicidas, encuentran asistencia en diferentes colonias del mundo espiritual.
Existen además aquellos que, muchas veces, permanecen imantados a los organismos maternos después de expulsados del medio uterino, unidos por lazos de amor o intensos odios recíprocos, componiendo cuadros graves, exigiendo solución con el tiempo.
Normalmente, tal comportamiento, no viene de reencarnantes suicidas, pues debido a sus precarios estados vibracionales, estos no son capaces de alimentar tales sentimientos e, incluso inconscientes, se dan cuenta de sus condiciones de deudores de la vida.
Observando respetuosamente a los pobres seres disformes, protegidos por incubadoras translúcidas, podíamos percibir sus actividades vitales a través de los movimientos cardíacos, visibles en las pulsaciones de las arterias superficiales.
La intensa contracción de sus auras, condensadas por la miniaturización, los envuelve en lechosa niebla, dejándoles los contornos físicos poco definidos.
El aborto criminal, no obstante, debe ser considerado como un factor agravante de la embriomorfia.
Cuando el suicida logra una mayor permanencia en el ambiente uterino, puede neutralizar con más eficacia su potencial contractivo, desencarnando en mejores condiciones de completar satisfactoriamente su histogénesis periespiritual.
Hecho, sin embargo, directamente dependiente de la potencia espiritual de cada uno y de los méritos morales archivados.
Cuanto mayores sean las adquisiciones evolutivas del individuo, mayores son sus posibilidades de restablecimiento.
– Pienso en aquéllas que abortaron y hoy se dan cuenta de haber provocado tanto mal a seres ya de por sí tan infelices.
¿Cómo podemos ayudar a consolar estos corazones que cayeron? – cuestionó la hermana, preocupada con aquéllas que practicaron el crimen en plena ignorancia de sus actos.
– Debemos comprender que no son solamente las mujeres que abortan.
Muchas veces son víctimas de la incomprensión de familiares o de compañeros que no asumen con ellas las responsabilidades por la maternidad.
Desvalidas y rechazadas por la sociedad, se ven impulsadas al acto por fuerza de las circunstancias y profundas inseguridades ante la vida, sin considerar a aquéllas que son blanco de seducciones o estupros.
No nos eludamos, los hombres también realizan abortos y pueden responsabilizarse mucho más por el impensado acto que las mujeres.
Para aquéllas que incurrieron en el error sin conocer la extensión del mal practicado, podemos aconsejar la dedicación a la maternidad desamparada, ayudando a las madres que desean tener sus hijos, pero no encuentran recursos para eso.
Y que traten de crear condiciones para quedar embarazadas, lo más pronto posible, si pudieran, a fin de aminorar sus compromisos ante la vida.
– ¿Nuestro Alberto corre el riesgo de estacionarse en la embriomorfia, en ese caso? – preguntó, preocupada, la amiga.
– Sí, todavía no conocemos su potencial moral, pero aunque se aprisione en la embriomorfia, su condición será mucho mejor que la pseudo-muerte ovoidal y su tratamiento será mucho más facilitado.
La ovoidización es patología mucho más grave y significa pérdida evolutiva mucho más expresiva que la embriomorfia.
Los embriones detentan más rápido potencial curativo y muchos se consiguen desarrollar completamente hasta la forma adulta, incluso en el Plano Espiritual, sin pasar por reencarnación inmediata.
FIN DEL CONTENIDO MEDIÚMNICO
(1) Término de origen espiritual derivado de psicólisis, ya definido, denominando aquel que en el mundo espiritual continúa autodestruyéndose, el suicida del espíritu – ver glosario.
(2) Aquél que comete autocidio, lo mismo que suicidio.
(3) Órganos, aberturas o canales por donde se eliminan del organismo los productos de la depuración del metabolismo, no son solo físicos, sino también vibracionales.
(4) Vómitos característicos del embarazo.
(5) Cuadro caracterizado por el aumento de la presión arterial durante la gravidez, pudiendo acarrear graves consecuencias para la madre y el feto.
(6) Sin forma.
(7) Desarrollo fetal bajo formas monstruosas.
Publicado en el libro “Ícaro Redimido: La vida de Santos Dumont en el Plano Espiritual“ (Obra mediúmnica) de Gilson Teixeira Freire y el Espíritu Adamastor.
Traductor «Khalil» usuario registrado en ZonaEspirita.com
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