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Espiritismo y Psicología

Estamos en la Era Psicológica, bajo el signo avanzado de Psi, la letra griega que designa los fenómenos parapsicológicos.

Antes de 1930 los críticos del Espiritismo intentaban explicar los procesos mediúmnicos por hipótesis psicológicas.

Después de esa fecha, la ayuda inesperada de la Parapsicología surgida de las investigaciones de Rhine y su equipo, proveyó de nuevas armas a los negadores.

Tuvimos el espectáculo de una extraña euforia en los medios intelectuales: Los hombres de cultura proclamaban con entusiasmo su propia y absoluta nulidad.

No eran más que polvo que se vuelve al polvo.

Eso era suficiente para demostrar que la conciencia mundial era muy tosca.

Pero diez años después de los difíciles estudios iniciales en la Universidad de Duke, las investigaciones tomaron un ritmo acelerado y Rhine anunció sus “absurdos” descubrimientos: el pensamiento; hay en el hombre un contenido extra físico; la mente sobrevive al cuerpo; la percepción extrasensorial supera todas las barreras físicas.

Vassiliev, en la URSS, se dispuso a deshacer esas mentiras burguesas y fracasó en su intento.

Soal y Carlington, de la Universidad de Londres y Cambridge, afirmaron la sobrevivencia del alma y tuvieron el “descaro” de obtener éxito con las experiencias de la voz directa (psicofonía), fenómeno en que una entidad espiritual habla directamente, sin instrumentos, vibrando su propia voz en el aire.

Price, también de la Universidad de Londres, tuvo la “audacia” de explicar los “espantajos londinenses” como manifestaciones de los espíritus.

La última esperanza de las libélulas humanas, de los hombres – polvo, se le apagaba como llama de fuego fatuo en las manos de los negadores.

Surgieron entonces los “magos de la gradería” y los politiqueros de feria, sacerdotes toscos y frailes ignorantes, para atacar, con sus trucos ingenuos, lo mismo que ellos predicaban y que era la base de su profesionalismo religioso: la sobrevivencia de la criatura humana.

Ese atrevimiento causó malestar en el propio clero que veía su prestigio cultural inseguro ante las élites culturales.

Lo que esos “magos de la gradería” divulgaron por el mundo a través de los televisores, diarios, revistas, libros, conferencias y cursos pseudocientíficos, (todo eso muy productivo económicamente), constituyó la bazofia subcultural del Siglo XX, y explica la razón de las espantosas contradicciones de nuestra época.

La miseria mental de esos “magos de gradería” encontraba resonancia en las capas ignorantes del pueblo, y con una refracción espantosa, proyectaba en video la miseria cultural de las figuras honradas por los medios universitarios y eclesiásticos en su tránsito por las vías oscuras del submundo cultural.

Todo servía, como siempre, en el vale todo de la lucha contra el Espiritismo.

Surgió un claro en las tinieblas: El descubrimiento del cuerpo bioplásmico del hombre y la prueba científica de su sobrevivencia obtenida por los científicos soviéticos en investigaciones biofísicas en la universidad de Kirov.

En la fortaleza ideológica del Materialismo Científico del mundo había sido descubierta la realidad del cuerpo espiritual de la tradición cristiana, el periespíritu de la terminología espírita que el Apóstol Pablo llamara con énfasis cuerpo de la resurrección.

La única medida posible contra eso fue tomada enseguida por el oficialismo soviético, negando validez al descubrimiento oficialmente realizado y suspendiendo la divulgación de nuevas informaciones al respecto.

Este contragolpe solamente tuvo, naturalmente, efecto político.

No se podía impedir el avance irrefrenable de las Ciencias, pero la censura soviética, fue bien recibida por los hombres – polvo de la vacilante cultura occidental y se hizo el silencio deseado sobre la más importante conquista científica del siglo.

Los “magos de gradería”, ayunos de ciencia, tránsfugas de la razón, intoxicados de incoherencia, cantaron como gallos en las riñas de la ignorancia.

A pesar de esa nueva euforia de los adictos a la nada, a ese concepto vacío, según Kant, las investigaciones parapsicológicas se intensificaron en la URSS y en toda la órbita soviética.

En Rumania, para evitar complicaciones políticas a los investigadores de la paranormal, se forjó un nuevo nombre para la Ciencia de Rhine, la cual pasó a llamarse Psicotrónica.

Este nombre atroz funciona como cobertura táctica para los investigadores.

Sentados cómodamente en el trono del psiquismo, los psicotrónicos disfrazan su interés de sobrevivir después de la muerte investigando la reencarnación como un simple fenómeno psicológico, imitando de este modo la táctica del profesor Raikov de la Universidad de Moscú.

Bastan esas maniobras anticientíficas para probar el acierto de Léon Denis, expresado en una conferencia en París, durante la década de 1920, sobre el tema La Misión del Siglo XX.

El Druida de la Lorena, como lo llamaba Conan Doyle, previó que nuestro siglo (el autor se refiere al siglo XX) sería el de la victoria del Espiritismo, mediante la comprobación científica de sus principios.

Y ahí están las pruebas obtenidas por las investigaciones científico – tecnológicas, al gusto de nuestro tiempo.

Filosófica, científica y religiosamente el Espiritismo encontró, en nuestro siglo, las comprobaciones de su veracidad, no producidas por sus adeptos, sino por sus más poderosos adversarios.

En el campo psicológico, el desarrollo del Psicoanálisis, a partir de Freud, alcanzó con Jung un momento crítico por su revelación de los arquetipos, solamente posibles en las dimensiones del espíritu; y finalmente por la teoría de las coincidencias significativas, (sincronismo, contribución de Jung a la Parapsicología), las confesiones mediúmnicas del gran psicólogo en sus memorias y su confianza en el descubrimiento científico del alma.

En 1944 Jung concluyó su libro al respecto declarando.

“Estoy convencido del estudio científico del alma por la ciencia del futuro. La Parapsicología es la más joven de las Ciencias Humanas y su desenvolvimiento no ha ido todavía más allá de los primeros pasos.”

La Gestalt o Psicología de la forma, en el campo de la Psicología de la Percepción, reveló el principio de la unidad formal en donde se destaca el fenómeno de la pregnancia (del alemán: Prägnanz = certeza) por el que se expone que no vivimos según la realidad concreta del mundo, sino según nuestra ilusión psicológica de esa realidad; con esto confirman el principio espírita de las apariencias significativas.

De la conjunción dialéctica de esas dos corrientes fundamentales de la psicología contemporánea surgió la síntesis de la concepción parapsicológica del hombre, con el dominio del inconsciente en la interpretación de las percepciones sensoriales, abriéndose hacia las dimensiones de la percepción extrasensorial.

El descubrimiento científico del periespíritu confirmó esa tesis en el plano objetivo, revelando de nuevo (en términos espíritas) la zona secreta de las captaciones y manifestaciones paranormales.

El plasma físico del periespíritu (cuerpo semimaterial, según Kardec) es dirigido en sus manifestaciones por los elementos no físicos del cuerpo espiritual.

Tanto los teóricos que pasan por alto al inconsciente, como los que ignoran la escritura automática y los que desdeñan los fenómenos físicos de la mediumnidad, se olvidan (o jamás tuvieron conocimiento) de los estudios y de las investigaciones de Kardec, Aksakof y Bozzano sobre el animismo o las manifestaciones de la propia alma o espíritu del médium en las manifestaciones mediúmnicas.

Formulan así, hipótesis que fueron superadas desde el inicio mismo de las investigaciones espíritas, cuando el mismo Freud todavía no había nacido.

Kardec fue también el primero en notar las interferencias anímicas en las manifestaciones, debidas a la influencia sugestiva y natural de los recuerdos arcaicos o recientes del médium.

Esas infiltraciones (que nos sobrevienen también en plena vigilia a todos nosotros) se verifican en concordancia con la ley de la asociación de ideas, pero son fácilmente identificables por los investigadores y personas experimentadas en la práctica mediúmnica.

Ochorowicz, por ejemplo, llegó a lo máximo, en sus experiencias de materialización con la médium Estanislava, al considerar la entidad materializada como un desdoblamiento material del médium. Llamaba al espíritu que se materializaba Estanislava II.

Llevó así la manifestación del animismo al extremo de una supuesta división del organismo del médium en dos cuerpos distintos.

No obstante, Estanislava II era muy diferente del médium, tanto física como psicológicamente.

Muchos absurdos de esa especie se cometieron en investigaciones espíritas por científicos rigurosos que se veían aturdidos por lo imprevisible de los hechos.

Los psicólogos actuales que pretenden opinar sobre cuestiones espíritas, debían tener la honestidad de estudiar primero la Doctrina y su Historia, para no caer en las tonterías del pasado, ya hace mucho tiempo superadas, y no cometer el crimen de considerar como locos, ingenuos o farsantes a los mayores científicos del siglo pasado que trataron del asunto seriamente, con el mayor esmero.

Por otro lado, los espíritas deben cuidar más de su formación doctrinaria, para no perturbarse con la repetición de paparruchadas seculares contra la doctrina.

Russell Wallace, émulo de Darwin, estudiando en el siglo pasado las relaciones del Espiritismo con la Psicología, declaró que todas las escuelas psicológicas no eran más que formas de una psicología elemental.

La cita de Jung que reprodujimos arriba confirma esa posición de Wallace en nuestros días.

¿Quién es el estudiante bisoño de psicología actual que se atreverá a contradecir a esos dos gigantes?

Escrito por J. Herculano Pires. Publicado en su libro «Curso Dinámico de Espiritismo. El Gran Desconocido». Puedes descargar una copia en PDF totalmente gratis desde este enlace: Curso Dinámico de Espiritismo | Curso Espírita (cursoespirita.com)

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