Entre el Kardec de los académicos y el Kardec de los espíritas… ¿Dónde está Kardec?
En las últimas décadas, tanto en los Estados Unidos, como en Francia y Brasil, los tres países más vinculados históricamente al espiritismo, los estudios académicos sobre su nacimiento, desarrollo y migración entre los continentes han encontrado cada vez más espacio en las Universidades.
Sólo para citar algunos de los autores que trabajaron el tema: David Hess, Lynn L. Sharp y Sofie Lachapelle en los Estados Unidos; François Laplantine, Marion Aubrée, Guillaume Cuchet en Francia; Bernardo Lewgoy, Sandra Jacqueline Stoll y Reginaldo Prandi en Brasil. El sesgo de estos estudios es generalmente sociológico, antropológico o histórico.
La riqueza de las investigaciones, con todas las informaciones y fuentes que nos ponen en contacto con la historia del movimiento del siglo XIX y sus desdoblamientos en los siglos XX y XXI es bastante importante para espíritas y no espíritas.
Se trata de una mirada desde afuera. Esta mirada nos apunta a nosotros espíritas, maneras de vernos a nosotros mismos que no tenemos dentro del grupo que se adhiere a las propuestas de Kardec. Una visión con crítica, historicidad y pertinencia. Muy útil.
Pero también no deja de ser extraño sentirnos como objeto de estudio antropológico, como si fuéramos una tribu exótica y, más, participantes de una «creencia» en Brasil, que ya desapareció del continente europeo donde fue generado, porque fue superado por una sociedad laica, que se desapegó de las «explicaciones religiosas y metafísicas», por su avance cultural y social. Este discurso está implícito en algunos de estos estudios.
Al mismo tiempo que la mayoría de los investigadores considera que el espiritismo (desde el espiritualismo americano a las ideas de Kardec y sus antecesores y contemporáneos) fue una manifestación histórica progresista, con acentos de feminismo y socialismo utópico, de confrontación con el conservadurismo de la Iglesia y, de avance cultural, para ellos es algo que es sólo fruto del siglo XIX.
El espiritismo brasileño, asimilado por el caldo cultural católico y conservador vigente aquí, {se refiere a Brasil} ya no tiene ese carácter progresista de la época de Kardec. Esto para nosotros, espíritas más críticos, es una visión con la que concordamos, pero que nos hace lamentar. Para los estudiosos, se trata de algo absolutamente normal para cualquier movimiento como un fenómeno sociológico: cuando se transfiere una idea de una cultura a otra, el sincretismo sucede.
Mas que eso, no se puede dejar de leer entre líneas en la mayoría de los autores un cierto desdén por Kardec: al final, para unos, un positivista excéntrico del siglo XIX, que tenía el delirio de construir un discurso racional sobre el mundo espiritual. (Discrepo completamente de la visión de Kardec fue un positivista, como demostré en mi tesis sobre Pedagogía Espírita, en la USP.)
Por otro lado, tenemos aquí un movimiento espírita constituido por personas que en su mayoría desconocen el contexto histórico y social del desarrollo del espiritismo y del propio Kardec. Tratan el espiritismo como mera revelación religiosa – con toda la sacralidad y dogmatismo que eso implica – idealizando a Kardec de modo superficial y contrario a sus propios propósitos.
Es decir, ni los de fuera, ni los de dentro llegan al centro del espiritismo y comprenden la contribución de Kardec. Los primeros someten todo al relativismo histórico y sociológico, los segundos abstraen todo de la historia y hacen un discurso sacralizado y atemporal.
En mi percepción, es importante insertar Kardec y el espiritismo (tanto el francés del siglo XIX, como el brasileño del siglo XXI) en su contexto histórico, tener una comprensión sociológica del movimiento y, con ello, relativizar sí algunas ideas, que pueden estar vinculadas a una lectura del mundo que ya no atiende a las complejas demandas del siglo XXI.
Necesitamos reevaluar en el espiritismo algunas cosas como cuando la reencarnación se vuelve punitiva y no sólo pedagógica; cuando la idea de evolución nos engendra en una jerarquía preconcebida y no en una fraternidad entre todos; cuando nuestras ideas nos parecen absolutas y no modelos más o menos verdaderos y temporales, sujetos a la revisión de nuevas conquistas científicas y nuevas reflexiones filosóficas…
Pero en mi percepción también, es importante comprender que la contribución que Kardec dio con el método desarrollado para lidiar con la mediumnidad (que por otra parte la mayoría de los espíritas no aplica ni a la mitad, con su grado de control, criticidad, componentes éticos, etc.) aún no ha encontrado a nadie que haya avanzado un milímetro más allá.
También es vital entender el espiritismo, propuesto por Kardec, como una filosofía cósmica, ética, evolucionista y progresista, que nos abre perspectivas muy amplias de comprensión, siempre que no se cierre en sí misma, sino manteniendo sus postulados de racionalidad y moralidad, sea capaz de dialogar siempre con la cultura de nuestro tiempo.
Al igual que Marx, Freud, Darwin y tantos que contribuyeron al abordaje social, psíquico y evolutivo de la Humanidad, pero que hoy no son en la mayoría de las veces objeto de un purismo ortodoxo, pasando por revisiones y ampliaciones brillantes, que no los desmienten, pero los desdoblan y profundizan, así también debe ocurrir con Kardec.
Esto no puede ser hecho por un movimiento religioso. De ahí la importancia de grupos de investigación, con rigor académico, pero sin subordinación ideológica a los guetos de las corrientes que imperan en las universidades; de espacios de diálogo, de investigaciones serias, no sólo de antropólogos, historiadores y sociólogos no espíritas, sino de personas que estén convencidas de la importancia del pensamiento de Kardec, pero capacitadas para pensar libre y profundamente sobre él.
Al final, la cuestión es una sola: o somos Inmortales y la mediumnidad y la reencarnación son hechos, de los que ya tenemos fuertes indicios (aunque no debemos descuidar la producción de nuevas y permanentes evidencias) o todo eso no es más que un delirio colectivo, encabezado por un profesor excéntrico del siglo XIX.
Quién se inclina seriamente sobre la cantidad de evidencias ya acumuladas desde el siglo XIX; quien pasa al mismo tiempo por fuertes experiencias personales de que sólo el modelo explicativo de la mediumnidad puede dar cuenta; quién se abre para la articulación filosófica en torno a los fenómenos observados y, vivenciados – estos pueden presentar la convicción de que el núcleo central del espiritismo – la existencia del espíritu, su comunicación y la reencarnación – todavía continúa en pie. Kardec no fue desmentido.
La cuestión es que la mediumnidad sin el control, la crítica y el rigor que Kardec le aplicaba (y aún así, no todo lo que él propuso como revelación dada para los médiums de su tiempo se encuentra a salvo de los condicionamientos históricos de la época), produjo en Brasil narrativas muy problemáticas y fácilmente desmontables por una lectura crítica más atenta.
Publicamos aquí un ejemplo de ello: en la obra Brasil, Corazón del Mundo, Patria del Evangelio, un libro escrito por un médium que en general es considerado (y yo estoy de acuerdo en parte con eso) uno de los mejores intérpretes de los Espíritus en el siglo XX.
¡Imagínese los que andan por ahí, en narrativas absurdas, con libros meramente ficticios o de autoayuda (y a veces de un mal gusto a toda prueba) para la venta masiva en el mercado editorial! Estamos sumidos actualmente en un imaginario supuestamente espírita, con innumerables libros deplorables, que apenas empañan el horizonte espiritual.
Todo esto hace difícil – pero urgente e imprescindible – desentrañar a Kardec de los escombros del movimiento espírita actual. Pero, al rescatarlo, también hacer su relectura, contextualizada, histórica, desarrollando el espiritismo para un diálogo consistente con el siglo XXI. Ya lo hemos hecho con la Pedagogía Espírita, pero tenemos que avanzar en otros sectores. En ese rescate, podemos servirnos de los estudios académicos para comprender mejor a Kardec y su siglo, el trasplante del Espiritismo de Francia hacia Brasil y los contornos sociológicos de nuestro movimiento.
Y al final, concluimos que Kardec no fue desmentido, en sus postulados básicos; pero fue traicionado, incomprendido y soterrado por una avalancha de incongruencias. Tenemos que limpiar el área y volver a empezar.
Artículo de Dora Incontri para el blog https://blogabpe.org/
Traducido del portugués al español del artículo original publicado el 11 de junio de 2018 en la página web de la Asociación Brasileña de Pedagogía Espírita
Enlace directo al artículo original: https://blogabpe.org/2018/06/11/entre-o-kardec-dos-academicos-e-o-kardec-dos-espiritas-onde-esta-kardec/