septiembre 2 2020

En fin, ¿Qué es el Espiritismo?

Siempre vale la pena reflexionar sobre la naturaleza epistemológica del espiritismo ante tantas confusiones conceptuales que se han generado sobre el tema a lo largo de la historia.

En el presente artículo, intentaremos explicar de manera sucinta nuestra comprensión acerca de la naturaleza de la doctrina fundada y codificada por Allan Kardec, en busca de mayor comprensión sobre la identidad frente al mundo de la cultura y del conocimiento.

El espiritismo es, por encima de todo, una filosofía espiritualista que abre perspectivas hacia la investigación científica y que tiene consecuencias religiosas, morales y sociales.

Según Allan Kardec, el espiritismo no es ninguna religión. En términos sociológicos e históricos, se volvió más una religión, aunque esa no fuera la intención de Kardec.

Para comprender tal hecho, basta acompañar las definiciones del maestro lionés a lo largo de su obra.

No obstante, el espiritismo, sin ser una institución religiosa, genera consecuencias religiosas, en el sentido de reafirmar un sentimiento de reverencia por la creación, por el ser, por el cosmos, por el todo.

Al ser humano toparse con la complejidad de lo real, desde el microcosmos hasta el macrocosmos, desde los átomos hasta las galaxias, desde el mundo físico hasta los planos extrafísicos, le embarga un sentimiento de espanto y admiración que lo lleva a buscar sintonía con la causa primaria de toda la realidad, la cual designamos Dios.

El espiritismo es una filosofía espiritualista porque presenta una visión racional de un mundo no materialista, ya que comprende al hombre como un compuesto de espíritu y materia, y apuesta a la supervivencia del espíritu después de la muerte del cuerpo.

El espiritismo, es, por ende, una cosmovisión de la realidad que busca la comprensión racional del ser, del hombre y del mundo.

Busca reflejar en su corpus doctrinario, el campo de la ontología, de la ética, de la metafísica, de la teoría del conocimiento, del pensamiento social, a la vez que enfrenta otras áreas importantes de la reflexión filosófica.

El espiritismo abre perspectivas para la investigación científica, toda vez que realiza un abordaje, no solo racional, sino también empírico, a través de la observación rigurosa, así como de la experimentación, de un conjunto de fenómenos, antes tenidos como misteriosos o sobrenaturales, y que fueron relegados a lo largo de la historia al ámbito del fraude o de la superstición.

La filosofía espírita nació justamente de la observación de estos hechos, en los cuales el propio objeto de estudio se autodenominó como son los espíritus: almas de hombres y mujeres desencarnados que se comunican a través de médiums.

Incluso en lo que respecta a los llamados fenómenos espíritas, que no son más que los fenómenos de la naturaleza, Allan Kardec, a través de una investigación rigurosa, descartó preliminarmente la posibilidad de que tales hechos tuvieran un origen meramente físico o mecánico, tras haberse convencido de su origen inteligente.

Esta conclusión de Allan Kardec se aproxima al concepto de descubrimiento científico, ya que mediante la observación de innumerables apariciones mediúmnicas, Kardec se decantó por la existencia de los espíritus.

La existencia de los espíritus y del mundo espiritual no eran ideas preconcebidas del investigador Rivail(1) , que, inicialmente, al oír hablar de espíritus que se manifestaban por medio de mesas giratorias, demostró escepticismo, aun cuando no se negó a investigar aquellos intrigantes incidentes.

En consecuencia, sobre estos fenómenos físicos e inteligentes provocados por los espíritus, es posible hacer ciencia, pues ellos se presentan como objetos de estudio.

Obviamente, es necesario encontrar los caminos metodológicos adecuados a la investigación de esta amplia gama de fenómenos.

En la estela de las investigaciones espíritas surgieron la metapsíquica y la parapsicología, entre otras disciplinas, con miras a abarcar esta nueva fenomenología como respuesta a la original iniciativa espírita.

La filosofía espírita se desdobla en consecuencias morales.

La perspectiva ética del espiritismo tiene que ver con que el ser humano se replantee su presencia en el mundo y su relación con el prójimo.

Apunta a una moral autónoma, no heterónoma, ya que le enseña al hombre que debe asumir la responsabilidad por sus actos.

El hombre, en la concepción espírita, no debe actuar por temor al castigo divino, sino en obediencia a los dictámenes de su consciencia, la cual le indica lo que está correcto y lo que está errado.

Actuar conforme a la voz de la conciencia, según el espiritismo, es el camino más corto para el que el hombre alcance la felicidad en este mundo.

Finalmente, el espiritismo tiene consecuencias sociales.

Sabemos desde los tiempos de Aristóteles que el hombre es un animal político y social.

Es en la sociedad, donde vivimos y nos desenvolvemos, por consiguiente, las consecuencias morales de la filosofía espírita repercuten necesariamente en la vida social.

No es posible hacer una separación entre individuo y sociedad.

El hombre es un individuo que vive en sociedad.

En consecuencia, en la concepción espírita, no es posible comprender al ser humano apartado del grupo social, en una concepción individualista y egoísta.

Al aceptar en lo más íntimo de nuestro ser los valores éticos del espiritismo que apuntan a la importancia del amor, de la bondad, de la fraternidad, de la caridad, de la libertad y de la justicia social, debemos tener la capacidad, en tanto espíritas y movimiento espírita, de traer tales valores a la sociedad en que vivimos en aras de transformarla para lo mejor.

Traducción: Conchita Delgado Rivas CIMA – Caracas

(1) Hippolyte Léon Denizard Rivail, nombre de pila de Allan Kardec

Por Ricardo Nunes – Brasil

Traducción al español publicada  en la revista Evolución. Venezuela Espírita. Revista del Movimiento de Cultura Espírita CIMA. 2ª Etapa. Nº3. Sep / Dic 2018

Escrito por Reproducciones

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Publicado 2 septiembre, 2020 por Reproducciones en la/s categoría/s "Espiritismo", "Historia del Espiritismo