LA IMPORTANCIA DE LAS CADENAS DE PENSAMIENTO
Regularmente, en los diferentes artículos propuestos en nuestra revista*, pero igualmente en nuestras conferencias públicas**, insistimos sin cesar en la importancia de establecer cadenas de pensamiento para ayudar a nuestros seres queridos desaparecidos a alcanzar su más allá.
Insistimos porque, desgraciadamente, ninguna muerte es dulce, sobre todo si sobreviene luego de un accidente, un crimen o hasta un suicidio.
Con frecuencia, el violento choque de esta desencarnación va a sumir al espíritu en una profunda turbación de la que no podrá liberarse fácilmente.
Los tormentos causados por una muerte brutal pueden hundir al espíritu en la pesadilla de revivir sin cesar sus últimos instantes.
Es necesaria una ayuda externa para un espíritu turbado y que permanece cerca de las vibraciones materiales cuando acaba de dejar la vida física.
Son pues los pensamientos de amor de los que ha dejado, los que podrán ayudarlo a salir de la turbación para que pueda encontrarse con su guía.
Todos nosotros poseemos esta fuerza de amor que permite a nuestros amigos y parientes proseguir serenamente su vida espiritual.
Nos corresponde aportársela.
Con frecuencia la gente nos pregunta cómo saber si sus parientes están bien en el más allá o si necesitan ayuda.
A esta legítima duda, la mayoría de las veces respondemos así: Cualquiera que sea la forma de desencarnación, cualquiera que sea la brutalidad de su muerte, hagan para ellos cadenas de pensamiento; envíen a esos Espíritus todo su sentimiento; impúlsenlos hacia su guía; háblenles mentalmente.
Y, sin duda, ellos oirán sus palabras, recibirán su fluido y su fuerza, y si su pensamiento es sincero, les ayudará a salir de su turbación.
La clarividencia mediúmnica nos permite conocer el estado de un Espíritu en el más allá.
Tiene esa función esencial de determinar el estado de un Espíritu y de acuerdo con ese estado, indicar si este último necesita ayuda.
Con motivo de ciertas sesiones de clarividencia realizadas en el seno de nuestro grupo**, se han podido dar estas informaciones.
Nos han permitido saber si los pensamientos de amor habían sido suficientes o no.
El primer ejemplo se refiere a un hombre que dejó la vida física suicidándose.
He aquí el relato:
“Se trata de una persona muy ansiosa.
Siento muy fuertemente su ansiedad.
Lo veo que anda de un lado a otro, en un lugar muy oscuro, con algo en la mano, es un teléfono.
Camina muy rápido en idas y venidas.
Parece muy contrariado.
Tengo la impresión de que no comprende lo que le sucede.
Trata de llamar, no logra conseguir a nadie.
Lo veo que se impacienta, no comprende.
No sabe que está muerto.
Está en pánico.
Trata de llamar, trata de conseguir a alguien.
Nadie le contesta.
Es de noche.
Sé que en la medida en que el tiempo pasa, aumenta su angustia.
La oigo que jura, que maldice.
También tengo la impresión de que tenía algo que hacer.
Sólo tengo esta escena, la misma escena desde el comienzo.
No puedo alcanzarlo aunque estoy muy cerca de él.
Veo como haces de linternas que llegan a él.
Vienen de todas partes.
Levanta la cabeza, ve un haz.
Trata de comprender lo que ve.
Está intrigado.
Entonces olvida su teléfono.
Cada vez hay más haces a su alrededor.
Eso me hace pensar verdaderamente en linternas.
Todos los haces se han encendido y han formado una sola luz sobre él, una luz única que crece cada vez más; se pone a nivel de su epigastrio, luego de su cabeza.
Él siente esa luz.
Lo veo que aparta los brazos.
Se ha parado, se ha detenido, tiene los brazos abiertos, en cruz.
No creo que haya entendido lo que le ocurría, pero pienso que estos haces luminosos han actuado sobre su espíritu.
Ahora lo veo completamente bañado en esa luz que no es deslumbrante, es blanca y lo recupera completamente.
Y allí, de repente, la luz se ha apagado, se ha detenido violentamente, no está más, se ha ido.
Veo un punto muy débil en algún lugar del cielo.
Lo veo que sube, está en ascenso.
Él sigue a esa luz, que aumenta a medida que él sube.
Forma un torbellino.
El torbellino crece.
Él entra en ese torbellino que se extiende cada vez más.
Es como una puerta.
Lo veo atravesar el torbellino.
Se encuentra en un paisaje.
Veo agua.
Estamos en una playa a la orilla del agua.
Veo las olas que llegan, luego montañas.
Ya no está solo, un hombre está con él, es su guía que trata de hacerle comprender que ese paisaje está allí para tranquilizarlo.
Es preciso que se calme.
Oigo claro el ruido de las olas, es sereno.
Es para permitirle comprender muy suavemente que está muerto, que ha cambiado de situación.
En efecto, todo eso se lo explicará su guía, pero no demasiado rápido.
Es preciso que lo lleve muy lenta y progresivamente a esa toma de conciencia.
Él parece más relajado.
Mira fijamente a su guía y se pone completamente en sus manos.
Hay una intensa emoción en ese hombre.
Siento una profunda tristeza, sin duda por saber que él está muerto.
Es solamente después de esto que podrá encontrar a la gente que ha conocido.
No sé cuánto tiempo ha durado esta etapa, pero siento que ha tardado cierto tiempo, pues se ha necesitado el tiempo de aceptación y comprensión.
También tengo la impresión de que debe volver a encontrar una alegría de vivir que ya no tenía.
Hay que hacer un balance de su vida y debe objetivar las secuelas desde un punto de vista positivo.
Es indispensable para él que analice y supere ciertos hechos.
Yo diría que está en una suerte de terapia.
Siento su pena, su tristeza.
Llora.
Lo veo en los brazos de su guía y llora.
Sé que para él, ese ha sido un momento muy duro.
Siento su dolor, pero no sé por qué tiene ese dolor intenso”.
COMENTARIO:
En este estadio de la clarividencia, sé que este Espíritu ha salido de la turbación y está en compañía de su guía.
Simplemente sé que fue durante este encuentro cuando se enteró de que está muerto, pero sobre todo de cómo murió.
Y esa revelación lo sumió en una profunda emoción.
En ningún momento vi la forma en que murió.
Lo que sé, es que este hombre, este Espíritu no lo sabe por sí mismo.
Esta clarividencia me intriga, quiero comprender.
El testimonio de la persona que me trajo la foto de este hombre responderá a la pregunta.
TESTIMONIO:
“La tarde de la muerte de mi amigo, había vuelto a traer a sus hijos al lado de su mamá.
Al final de la tarde debía recibir a su hermano y a su esposa así como a los hijos de ellos.
Al volver a su domicilio, los esperó, pero nadie vino.
Contrariado, fue a tomar el aperitivo en casa de un vecino.
Estaba muy angustiado y estresado.
El aperitivo se prolongó y regresó a casa ebrio.
Allí, trató de ubicar a su hermano por teléfono para discutir con él.
Fue en vano, no consiguió ubicar a nadie.
Estaba furioso.
Estaba fuertemente alcoholizado y en su desesperación, puso fin a sus días.
Se hicieron cadenas de pensamiento para él”.
A través este testimonio comprendemos el estado de ánimo de ese hombre.
Su último recuerdo consciente es aquel donde trata de ubicar a su hermano por teléfono.
Y es en ese último recuerdo que lo veo y que revive incansablemente esa escena.
No tiene conciencia de lo ocurrido después, de su suicidio ejecutado bajo la influencia del alcohol.
Las cadenas fluídicas que se hicieron para él son caracterizadas en la clarividencia por los haces luminosos que veo y que lo envuelven.
Todos esos pensamientos le permitieron reunirse con su guía.
Pero este último tiene la pesada tarea de revelarle que está muerto, pero sobre todo de informarle cómo abandonó la vida.
Y fue esa revelación la que provocó la emoción tan fuerte que sentí.
Otro testimonio que nos demuestra, una vez más, cuán importante es realizar las cadenas de pensamiento para ayudar a un Espíritu, y sobre todo a través de este testimonio, que nunca es demasiado tarde para hacerlo.
He aquí la clarividencia realizada a una señorita: “Siento muchas angustias.
Percibo a una chica muy amable que debía ser bastante tímida y muy servicial.
Hay una dulzura que emana de ella.
Era muy comprensiva.
Siento también una tristeza, heridas y también mucha violencia a su alrededor, violencia física.
No se sentía bien consigo misma.
Era muy desdichada.
No siento en ella voluntad de vivir.
Es como si esa voluntad, esa fuerza de vivir se hubiera marchitado con el tiempo.
Oigo gritos, llantos, oigo desesperación, todo ello mezclado con angustias.
La vida la angustiaba, la vida en general, pero sobre todo la vida de ella, como si no supiera dónde estaba su lugar.
Soñaba mucho, compensaba su sufrimiento con un mundo de ensueño, quizás eso era para ella una escapatoria.
No tenía deseo de integrar la sociedad, ni de pertenecer a aquel mundo.
Sólo siento su desinterés por la vida.
Era muy discreta.
Se confiaba poco, debía tener pocos amigos.
Sé que necesita ayuda.
Necesita pensamientos positivos, pensamientos para ayudarla a recuperar la confianza, para impulsarla a ver las cosas de otra manera.
No creo que esté en turbación, más bien tengo la sensación de que necesita fuerza para avanzar, para seguir.
La vida que tuvo rompió muchas cosas en ella, lo que hace que necesite fuerza, quizás más que otros.
Ella está en reconstrucción, está separada de los demás Espíritus.
Es incapaz de poder tener recuerdos.
Para mí, esa no es la urgencia.
La urgencia para ella es recuperar las fuerzas, la energía, para poder acordarse luego de lo que pasó.
No está en turbación, tiene conciencia de su más allá, pero debe reconstruirse.
Está en terapia.
Para mí, lo que vive es realmente muy reciente”.
Segundo ejemplo:
COMENTARIO DE LA FOTO POR UN ESPÍRITA:
“Conocí a esta chica hace siete años.
Estábamos en la misma clase en noveno grado en el liceo.
Un año y medio después, se suicidó ahorcándose.
Yo no la conocía muy bien, pero la descripción hecha corresponde a lo que ella dejaba parecer.
Conocía sólo pocas cosas de su pasado y de su vida, pero sabía que en su juventud había sido abusada sexualmente.
Había un malestar y una aflicción que emanaban de ella.
Cuando fui invitado a la sesión de clarividencia, volví a pensar en esa chica, y durante la semana que precedió a esta noche, se han realizado muchas cadenas para ella.
Pienso que son estas últimas las que la han ayudado a liberarse después de la turbación de todos estos años.
Esta información explica lo que la clarividente siente cuando dice que es muy reciente.
Y es por esta razón que siente igualmente la necesidad de fuerza para ella, de energía, de una terapia que le permita reconstruirse pues ya no está en turbación.
Ahora que tengo conocimiento de estos elementos, pienso en ella antes de dormirme para enviarle mis pensamientos, para darle fuerza, consuelo y que pueda avanzar finalmente en su nueva vida espiritual.
Sin estas cadenas, seguramente la clarividente me hubiera dicho que ella estaba todavía en turbación”.
Por Marie-Noëlle Courtiol – Traducción de Ruth Neumann
Publicado en la revista *Le Journal Spirite en Español. La Revista del **Círculo Espírita Allan Kardec de Nancy (Francia). Nº 104 Abril – Junio de 2016.