Los Centros Espíritas deben ser Centro de Amor, partiendo de ahí, sabremos cómo deben ser.
Están formados para el estudio y práctica de la Doctrina de los Espíritus, lo que significa mucho.
El Centro tiene que ser un lugar limpio, y digo limpio, en el sentido de limpieza moral, que es la principal.
Los Espíritus, nuestros hermanos mayores, necesitan de esas dos clases de limpieza: la moral y la material, para poder darnos sus fluidos, para ayudarnos en el tono vibratorio y así, poder socorrernos a elevar nosotros espiritual y mentalmente.
Es muy importante que el Centro donde se opera esté única y exclusivamente destinado a las actividades de estudio, seminarios, charlas, reuniones mediúmnicas etc., pues de lo contrario la atmósfera será de bajas vibraciones y estaremos expuestos a sorpresas no gratas, además de abrir puertas a los que tanto desean nuestras caídas, de lo que se deduce la no convivencia de las actividades de un Centro en el hogar.
En la espiritualidad, y lo sabemos por ellos mismos, hay una gran organización y orden, así como trabajan nuestros hermanos del más allá, y así es como les gusta que trabajemos nosotros, para poder recibir la cooperación de ellos.
Sabemos que en un Centro hay mucho que hacer, pues la finalidad es el estudio y, por consiguiente el progreso y mejoramiento moral.
Del estudio, viene el análisis de lo estudiado, y el desarrollo de ese estudio que nos conduce a la practica de la Doctrina y, para todo eso, necesitamos de un lugar consagrado a realizar actividades, y deben ser fijadas, pues son citas estables con los seres que desde el otro plano, nos ayudan tanto con sus orientaciones e inspiraciones.
Ellos acuden regularmente a esas citas y, para las reuniones mediúmnicas y sesiones de pases, están preparados de antemano, para facilitarnos a nosotros el trabajo, para que encontremos las vibraciones y fluidos necesarios, para la reunión que se va a realizar.
Estaría fuera de lugar pretender todo lo que he dicho; o sea, un trabajo bien hecho y de acuerdo con el compromiso que tenemos los espíritas, de hacer las cosas de una manera consecuente y coherente, teniendo el centro otras actividades que no fuesen las citadas.
No debe haber encuentros dedicados a la diversión, el juego, comidas o charlas ociosas y fuera de tono.
No podemos concebir en un Centro la practica de actividades mediúmnicas en el entretenimiento o el provecho material del Centro o del los médiums.
Deben de existir normas que prohíban practicas tales como; ceremonias, rituales, la utilización de talismanes, lujo en el mobiliario, vestimenta especial o imágenes, tal como si estuviésemos en un templo religioso y no, en un Centro Espírita, que debe ser todo sencillez y modestia, porque ahí adoraremos a Dios en su forma y no, en su fondo.
Nosotros no somos futurólogos, ni magos, y la Doctrina Espírita no está fundamentada en la fenomenología y sí, en el constante empleo de nuestro tiempo y esfuerzo en aprender a vivir en consonancia con la Ley Divina y las enseñanzas de Jesús, que es en lo que se fundamenta el Espiritismo que Allan Kardec nos enseñó.
Nuestra conducta fuera del Centro debe ser intachable, ya que no somos ni debemos ser actores actuando en un lugar determinado, varias horas a la semana y, una vez fuera del ese lugar, convertirnos en lo que seamos en realidad.
Además, debemos recordad que, tanto para la espiritualidad inferior, como para los desencarnados que nos rodean, debemos de dar ejemplo de lo que somos y de lo que practicamos.
Evitar a toda costa que en el Centro haya rivalidades, envidias, celos, críticas etc. etc., porque estas son brechas aprovechadas por los obsesores, no sólo de alguno de los miembros del Centro, sino del Centro mismo, ya que hay todo un ejercito del mal, trabajando en apagar la Luz de los Centro Espíritas: en derrotar a la Doctrina, porque es la una que habla de la comunicación con los Espíritus, la única que nos habla de la obsesión y sus consecuencias y la que nos guía para ser mejores, renovando nuestra moral, de ahí se deduce que ellos – obsesores – no quieran que lleguemos a conocer el Espiritismo, ni hagamos entre todos una sociedad mejor, porque ya no tendría sentido su actividad, ni el odio, ni la venganza que sienten estos espíritus hacia los encarnados y desencarnados, al ser descubiertos y combatidos con la tolerancia, la comprensión, la oración y el amor, al que estamos obligados a sentir por ellos; o al menos, compasión.
Por nuestros frutos seremos conocimos, así que no dejemos que llegue un día en el que alguien nos avergüence – sea del plano material o del espiritual – echándonos en cara nuestra conducta equivocada.
Nuestra actitud dentro del Centro debe ser disciplinada, sería y de recogimiento en los trabajos que realizamos.
Atención, agrado y tolerancia hacia los demás, si por eso no poder demostrar alegría o sentir buen humor, ya que la Doctrina, nos debe hacer seres más contentos y conformes con nuestro presente y, la alegría sana, es una buena terapia.
Si ponemos todo lo dicho en práctica, los Centro – o grupos – serán lugares de la practica del amor fraternal que tanto necesitamos, encontraremos amigos encarnados y desencarnados, siempre dispuestos a ayudarnos y comprendernos en nuestras equivocaciones que, como humanos imperfectos que somos, admitimos cometer, pero siempre con el propósito de enmienda.
Nos sentiremos reforzados espiritual y humanamente, si seguimos los consejos de los Amigos Invisible, así como los del los dirigente y miembros del Centro.
Felices de haber conocido el Espiritismo y de ser personas útiles, caminando un camino difícil, por las pruebas o expiaciones que debamos rescatar, pero sintiendo en nuestros corazones, la paz y la conformidad que da el saber que esto es pasajero, que sobreviviremos al cuerpo muerto, y seguiremos caminando hacia la perfección.
Creo que todo lo dicho merece la pena, para hacer un esfuerzo en ser mejores y hacer de nuestro Centro, un lugar donde reine la paz y la armonía, así como la presencia constante de los Buenos Espíritus, y no un lugar de residencia de los espíritus inferiores, por los pensamientos y conducta inferior de los miembros del lugar.
Tenemos todo lo que necesitamos en la Codificación y en las obras complementarias, así como las constantes comunicaciones de los Espíritus Guías, para no equivocarnos y sentirnos iluminados en el camino que un día decidimos emprender, al conocer la Doctrina Espírita.
Bendita Doctrina que nos ha abierto los ojos del alma, por ello no dejemos de dar las gracias a Dios.
Por Isabel Porras González. Publicado originalmente en la revista «Amanecer Espírita» – Revista del Centro de Estudios Espíritas Allan Kardec de Málaga. N.º 3 – 2ª Época Sábado 1 de Mayo de 2004