Tres vertientes tiene el Espiritismo, a saber: ciencia, filosofía y moral.
Tres aspectos que conforman el trípode donde se asienta el lienzo de la Verdad, la que vamos dilucidando como buenos pintores, contemplando el marco donde estamos encuadrados como humanidad.
De las tres vertientes, la moral es la más importante, la filosófica necesaria para bien conducir nuestra razón y la ciencia indispensable para dar testimonio de nuestra convicción.
Obras hay puramente morales, que nos elevan el sentimiento a Dios, nos hacen contactar con la mónada sublime que llevamos dentro y sacar la esencia más pura que nuestro espíritu posee a imagen y semejanza de Quien nos creó.
Este sentimiento religioso, de unión al Ser Creador, incognoscible para nuestra mente, no tanto para nuestro corazón, pero no fideístas (porque vemos a Dios reflejado en sus obras); este sentimiento, es el parangón que nos hace vibrar en coordenadas más sublimes y estar en unión de pensamiento con las entidades más amorosas del plano extrafísico o espiritual.
Es ahí donde la felicidad nos inunda y el alma rebosada de ese trance casi místico siente la dicha de estar en comunión espiritual con Dios y nuestros hermanos más esclarecidos que están en el otro plano.
Moral, ética y religión, conceptos que fuera del espiritismo tienen una acepción bien propia y característica:
- moral: costumbres aprehendidas propias de una cultura o creencia;
- ética: valores universales que razonan la moral y la ponen en tela de juicio;
- religión: conjunto de creencias, ritos y dogmas que conforman un credo, de origen divino y por tanto inmutable, «palabra de Dios».
En Espiritismo, la religión es aquello que nos hace ser más bondadosos con el prójimo, no importando la creencia per se, siendo pues aquello que nos acerca a las vibraciones amorosas donde Dios esparce la semilla de los nobles sentimientos.
La moral espírita, nace de la moral cristiana, pero está analizada, revitalizada por los nuevos mensajes de los espíritus superiores.
Y la Ética sigue siendo este juez universal que coordina la validez o no de un postulado moral.
Libros filosóficos, muchos. León Denis, Allan Kardec, Camille Flammarion, etc. Cualquier razonamiento acerca de las revelaciones espíritas con nuestros conocimientos ya es fomentar el espíritu investigador de la Verdad, la metodización y análisis del conocimiento.
La episteme y la doxa trabajando. Lo fenomenológico analizando la realidad. La mente asentando los juicios propios y ponderando todas las posibilidades abiertas en el campo.
Sin filosofía no hay comprensión y encauzamiento de la parte moral.
Veamos sin más a Sócrates, gran paradigma de lo que acabo de expresar. O a nuestro insigne pedagogo y codificador Allan Kardec, que mediante la inducción y el rigor metodológico de sus razonamientos asentó la doctrina espírita.
Libros científicos, menos. La ciencia es indispensable para atestiguar la veracidad de lo dicho, salir del mero sofisma, y ratificar con el dato la hipótesis, la tesis propuesta.
Pero en Espiritismo los datos científicos van unidos a la filosofía pues postulan y van más allá de lo mostrado. Para ver una obra 100% científica habría que recurrir a Crookes, a Richet, o a la parapsicología, pues ellos no parten de una filosofía donde englobar dichos fenómenos, los exponen sin más. Y sin una fundamentación clara crean más dudas que certezas.
Kardec usó el método científico, pero probada la razón de las comunicaciones no se preocupó de los límites del positivismo científico y continúo aceptando la «revelación espírita» como coadyuvante en el asentamiento de la Verdad Filosofía por excelencia, ¿quién soy, de dónde vengo, a dónde voy?
Aquí utilizó el razonamiento filosófico de inducción y deducción, construyendo con suma prudencia el edificio teórico que más cabalmente daba explicación a todos los fenómenos espiritistas.
Y dejó dicho, «en aquello que la ciencia nos demuestre que estamos errados, rectificaremos», pues «el espiritismo si se aleja de la ciencia está condenado a extraviarse».
Kardec postuló su tesis, con la firme convicción de que la ciencia iría corroborando esta Verdad tan grande que era excesivamente abstracta para los métodos insensibles de su tiempo, aguardando que el futuro daría el espaldarazo definitivo a lo que quedaba asentado en la Codificación Espiritista.
Por tanto en Espiritismo, tenemos que la ciencia es espiritual, del alma, pues explica cosas de la misma que ninguna otra doctrina puede explicar.
No es psicología, aunque en muchos aspectos se solapan y se ayudan mutuamente a dar explicación a fenómenos oscuros para la ciencia oficial; pero su punto de alcance es propio y genuino y si bien se presta a entrar en contacto con las disciplinas y ciencias oficiales, ella de por sí, es una ciencia propia, espiritual, con una metodología basada en la experimentación, la deducción, la correlación de los mensajes recibidos en los distintos puntos del planeta y su comprobación; no obedece al estricto tratamiento de la parapsicología más material, pues el fenómeno no se puede repetir a gusto del investigador y hay variables no tenidas en cuenta que afectan el resultado de la investigación, cayendo por tanto en sesgos y contaminación experimental; el método espírita es más abierto y elástico, dando cabida a toda la fenomenología.
Confundir estos conceptos, puede llevar al neófito a errores teóricos no propios del Espiritismo, o a pensar en una panacea.
El espiritismo es la parte espiritual revivida, la parte material es la palpable, la escalera de Jacob va de este mundo palpable al mundo más impalpable sin lugar a la separación, es un conocimiento holista, el ser humano es un todo, una gestalt de sí mismo y de lo que le envuelve.
Aislar un componente, y no tendréis a un ser humano, ni la ecuación dará el resultado correcto, pues estará obviada una parte fundamental de su operación y por tanto el error de medida será considerable.
Por Jesús Gutierrez Lucas. Publicado originalmente en la web de la Asociación Espírita José Grosso (Córdoba – España) cuya dirección web es Córdoba Espírita (cordobaespirita.blogspot.com)
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