«¡Espíritas, amaos! Este es el primer mandamiento. ¡Instruíos! Este es el segundo…»
Estudio y vivencia
Analizaremos la frase del Espíritu de Verdad, escrita en el Cap. VI de “El Evangelio según el Espiritismo”, porque en esta frase está imprimido el código moral y la línea de actuación del auténtico espiritista. Vamos hacer más incapié en la primera parte de esta frase (el amaos), que no por acaso está colocada primero y es indicada por Verdad como el primer decálogo del espírita.
Haciendo una abstracción podemos tomar la figura de una brújula; la brújula sería el estudio y la formación… así como el norte de esta sería el amor (la caridad, la unión, convivencia, etc). la Brújula del estudio es imprescindible para no perder el rumbo en ambigüedades, evitando la mezcolanza, la confusión con planteamientos que, aunque dignos, no tengan que ver con la revelación espiritista. El norte (la práctica y el amor) es la finalidad superior a la que nos conduce nuestros esfuerzos; aquí se incluye la auto-reforma y el espíritu de fraternidad.
Lógicamente, en cuestiones de esclarecimiento, divulgación, etc., siempre será más idóneo un espírita con criterio, que sabe de lo que está hablando que aquel que apenas se ha ilustrado en la ciencia espírita… Es por ello que en los centros debe respirarse ambiente de estudio y una disciplina de base (disciplina no en cuanto a formalismo estéril y autoridad, sino en cuanto a sensatez y organización), del mismo modo que el alumno precisa del manual para realizar sus estudios y el edificio los cimientos donde apoyarse. Sin estudio y una mínima organización los Espíritus elevados (obreros de la luz y el trabajo) pasan de largo…
Cierto es que, en ciertos casos, bajo el pretexto del orden y la disciplina, un centro pasa a ser un lugar cerrado en sí mismo, férreo y exigente hasta bloquear el flujo de las vibraciones superiores… Debemos buscar el término medio: sin orden y método no se crea un núcleo de crecimiento…, pero cuando se impone la rigidez y la desconfianza, la espontaneidad y la creatividad desaparecen.
Decía Kardec que la fuerza del espiritismo residía en su aspecto moral más que en cualquier otro, por eso hacemos inca-píe en el amaos del Espíritu de Verdad (decíamos que sin estudio y disciplina bien entendida los Espíritus pasan de largo, pero sin buenos sentimientos y vibraciones fraternas no pasan de largo, es que ni se acercan). Todos somos imperfectos, pero esto no impide que seamos perseverantes en la labor y comprensivos en el trato de unos y otros.
¿Qué significa el «amaos…»?
Haciendo un paralelismo con la definición del amor hecha por Exupery en El Principito; unirnos no significa que todos debamos ser iguales ni que todos tengamos la misma opinión (ambas cosas son imposibles), significa que trabajemos juntos hacia un mismo objetivo… que sepamos renunciar a nuestros caprichos y posturas personalistas en interés de la causa mayor (el Espiritismo).
A veces olvidamos una cosa muy sencilla y entramos en polémicas y desequilibrios innecesarios: el espírita es librepensador, es decir; que pensemos de manera diferente es del todo natural, lo importante son las bases y principios fundamentales, lo demás es cuestión de forma, no de fondo.
Para ello tenemos que ver más allá de nuestras afinidades personales, romper alguna vez con nuestro comodismo, hacer un mínimo esfuerzo, ya que enorme es el que hacen las entidades luminosas que en el pasado tanto invirtieron en nuestro país para que la estela del Espiritismo dejara su impronta. Hoy, estos Espíritus espíritas, conocidos y héroes anónimos del progreso y el amor, insuflan su pensamiento sobre nosotros alentándonos a seguir adelante, a abrir nuevos espacios de colaboración, de siembra…
El Amaos incluye el apostar siempre por el diálogo fraterno, es decir; sembrar concordia, abrir caminos y tender puentes… es justo lo contrario a la queja sistemática, al critiqueo, a la desvaloración del otro que, desafortunadamente, brota a menudo entre nuestras filas.
La asertiva del Espíritu Verdad que estamos estudiando, conlleva el reconocer estos errores (a veces en uno mismo), dejarlos a un lado del camino, y trabajar para que brille la luz del buen entendimiento, la tolerancia y el compañerismo (la desconfianza, la crítica y el prejuicio es connatural al ser humano en desarrollo, pero el espírita, por principio, no debe permitirse estas expresiones de naturaleza inferior, sino trabajárselas… porque hemos venido a trabajarnos nuestras imperfecciones, no las de los demás).
En resumen, para ser invulnerables al desaliento y las malas influencias: Estudio, tolerancia para con todos y buenas obras.
Convivencia
El Espiritismo no es una cuestión individual, es una filosofía de crecimiento extraordinariamente dinámica, se expresa de puertas adentro (el centro espírita) y también de puertas afuera (encuentros, jornadas, congresos). A veces toca una cosa y a veces la otra. Hay momentos en que toca salir fuera de la comodidad de nuestro círculo inmediato, y por esto debemos trabajar nuestras habilidades sociales, la voluntad, la empatía, etc., para que no sea la inercia o la desconfianza las que hablen más alto. Porque no basta con decirse espírita, hay que demostrarlo…y esto se observa especialmente en la convivencia y el diálogo, más que en los muchos libros leídos o la mucha experiencia, (tanto en la intimidad de un grupo como en círculos más amplios).
En ocasiones, el mayor testimonio como espíritas reside en estos momentos; cuando suena la llamada del encuentro…
En nuestra vida personal elegimos nuestros amigos, en el trabajo espírita podemos serlo o no (estas cosas surgen naturalmente o no surgen), pero se presupone que seremos buenos compañeros… ¿Cómo si no hacernos servidores de algo tan bello y tan grande como es el Espiritismo?
En los encuentros, las diferencias (naturales, al fin y al cabo) son echadas a un lado para que prevalezca aquello que nos une; se comparte el mismo compromiso, prevalece un mismo empeño y se porta la misma antorcha. Como siempre, en los movimientos de fraternidad y laboriosidad espiritual, aquellos que se hacen célula activa de la intriga o la murmuración, estarán no solo saliéndose de la vibración general, sino formando parte activa (lo crea o no) de los enemigos desencarnados de la luz y del progreso.
El modo en que convivimos y nos relacionamos con otros compañeros del camino marcará nuestro perfil evolutivo de esta encarnación, porque expresará donde nos hemos esforzado y donde nos hemos dejado llevar por nuestro ego.
Recordemos: no es necesario que pensemos igual, sino que trabajemos en una misma dirección, que ahorremos tiempo y energías para que brille la obra espírita, no nuestros caprichos personalistas.
«Espíritu de Verdad»
Decía Miguel Vives: (y con toda la razón del mundo) que siguiendo estas recomendaciones los centros serían inspirados y educados por el Espíritu de Verdad… Y no es un arrebato místico: expresa una gran realidad vibracional y moral, porque para esto no es necesario que nos convirtamos en Espíritus superiores… sino que nos hagamos sensibles al mensaje espiritista… que nos hagamos fraternos y conciliadores. Con esto basta para que los emisarios de verdad irradien en un centro.
Sin humildad y aceptación fraterna (por eficiente que sea nuestra organización y nivel de estudio), esto que hablamos no será posible; porque careceremos de sintonía y apertura.
Lo organizativo y lo institucional tienen su lugar necesario, pero no deben anular la irradiación del sentimiento ni perder de vista el mensaje.
No sabemos los siglos que hemos retrasado nuestro despertar a la luz, la llamadas de lo alto, las oportunidades malgastadas…. No perdamos esta existencia anestesiados por las mil formas de la inercia, o lo que es aún peor: seducidos por el individualismo estéril y la polémica ponzoñosa.
En cuanto a grupos, proyectos y organizaciones alrededor del Consolador prometido, preocupémonos cuanto sea necesario para ser receptores del Espíritu de Verdad y no bloqueadores del mismo.
Reflexión final
El Espiritismo se construye, se hace presencia en nuestra realidad humana mediante el conocimiento y la fraternidad…
Conocimiento (estudio, análisis, divulgación…); fraternidad (compañerismo, asistencia espiritual…).Todos los que estamos aquí, de una u otra manera, estamos comprometidos con el despertar del Espiritismo en nuestra región…, que esto se haga evitando el individualismo y el fanatismo, por los caminos de paz que abren el conocimiento y la concordia.
Desde su aparición en el mundo, su codificación y realización a través de los movimientos de este y otros países, la doctrina universal de los Espíritus es un canto a la unión y la solidaridad humana.
Al finalizar esta etapa de vida, casi con toda probabilidad, lo que determinará nuestro logro como espíritas (o nuestro fracaso), será todas aquellas veces que hemos sido pacificadores en tiempos de tensión y vanidad humana, todas aquellas ocasiones en que hemos colaborado para la unión y para que prevalezca el Espiritismo por encima de los personalismos.
El compromiso que tenemos con el Espiritismo no nace y muere entre las paredes de un centro. En muchas ocasiones, tras la celebración de encuentros y confraternizaciones se oculta el sabio influjo de los hermanos de la Espiritualidad mayor; por lo tanto, en nuestra mayor o menor receptividad y predisposición íntima, retratamos el nivel exacto de nuestra madurez como espíritas.
Así como en el pasado, el movimiento andaluz y español en general fue el más expresivo después de la desencarnación de Kardec, debemos hoy recoger nosotros la antorcha de aquellos que la llevaron con firmeza, coherencia y solidaridad (y en tiempos mucho más represivos y difíciles que el nuestro).
En tiempos agitados, hoy, como ayer, la unión y el apoyo mutuo son imprescindibles, en lo personal y en interés de la obra mayor que el espiritismo representa.
No estaremos solos.
Juan Manuel Ruíz
Extraído de la charla ofrecida en el I Encuentro Espírita Al-Andalus (Sevilla, marzo 2014)