abril 15 2015

Algo grande está sucediendo …

“Hay un niño en cada uno de vosotros que guarda la inocencia del primer día. Alimentad a ese niño porque trae vuestra salvación. Escuchadle, estad atentos a él y seguid su impulso, que es el verdadero”.

(Herederos de la Tierra, Féliz Gracia)

genteLa raíz de mucho mal está en la falta de voluntad humana por elevar el pensamiento y el sentir, algo que ocurre en el microcosmos individual y familiar y también, como no podía ser menos, en el colectivo social de un país; y es que cuando soplan las grandes crisis locales o mundiales (como es esta), hoy, como ayer… pero especialmente hoy, suele despertar esa voluntad de progreso y elevación que permanecía en estado latente.

Algo grande está sucediendo… Desde la Plaza Tahrir hasta las voces de mayo de la Puerta del Sol y Wall Street; hasta millones de ciudadanos comunes obteniendo victorias pacíficas, en los barrios, las provincias… El sentir democrático está de nuevo en movimiento después de la dejadez de las últimas décadas, ese impulso de derechos y obligaciones compartidos que no son sino señales del anhelo de progreso que nace de nuestro espíritu inmortal. No hablamos solo de democracia política, de votos… Esto es algo mucho más profundo. Muy dentro de nosotros, estamos dándonos cuenta del poder que tenemos para construir el mundo con el que todos soñamos e intuimos más allá de la realidad más inmediata.

Llevábamos demasiado tiempo amodorrados con las consignas tramposas de la a menudo mal llamada sociedad de bienestar, que no es sino apartar al ser de su esencia espiritual, trascendental, y reducir la aspiración humana a los cantos de sirena del hedonismo disgregador y el consumismo paralizante. La familia, la escuela y los poderes sociales han alimentado esta instrucción perniciosa, ofreciendo escasos muros de contención y reflexión a la publicidad desmandada, la manipulación informativa, etc. El resultado: la dictadura de los mercados ha penetrado en la Universidad, en la conciencia política, forjando una generación que encubre su gran vacío existencial con el éxito o el culto al cuerpo.

Es por esta falta de conexión interna, con nuestra parte esencial, que más de la mitad del planeta se arroja al derroche y el entorpecimiento de los sentidos (hostigados explicita o implícitamente por un hedonismo agresivo disfrazado de progreso), mientras una cuarta parte del mismo paga ese culto al becerro del oro con pobreza, hambre y enfermedad…

La palabra “CRISIS” nunca estuvo más en boca de todos; pero obviamente hablamos de una crisis moral… y por lo tanto, una crisis espiritual.

La clase política no sirve al pueblo sino al capital, la opresión utilitarista de los Bancos…, todo esto ha hecho que despierte la conciencia de que todos estábamos siendo presionados y utilizados impunemente por los poderes públicos durante demasiados años…algo de lo que no habíamos realmente tomado cuenta de ello hasta hace poco, y que nos hace ver que todos somos parte de un mismo sistema (que puede y debe ser mejorado), donde el bien de uno es ineludiblemente el de todos.

Como dice Jodorowky: La política actual es un conflicto de intereses económicos disfrazado de lucha por el bienestar de la Humanidad.

En un sentido global y estructural, esta crisis es el efecto acumulado de las largas décadas de materialismo y autoritarismo versus justicia social y humana. Son los síntomas (políticos, económicos, ecológicos, etc) revelando que el capitalismo es un patrón equivocado… Es el estandarte que escogimos al rechazar el otro; el de los valores universales y la trascendencia espiritual.

Es la hora del pueblo, es la hora de la unión y la solidaridad más allá de las consignas políticas.

Los adversarios del progreso no son la religión o la política (por mucho que ambas tengan su parte), sino el fanatismo (religioso o no) y el nihilismo (emanado del materialismo ideológico o de la ciencia más cerrada). Suena el tiempo de una educación estructural, que dignifique al ser humano y nos despierte nuestra espiritualidad inherente… ese lazo de luz y conciencia que a todos nos une.

Las revoluciones morales, como las sociales, se infiltran poco a poco en las ideas; germinan durante siglos enteros y luego, estallan de repente y hacen que se hunda el carcomido edificio del pasado, que no está ya en armonía con las nuevas necesidades y las aspiraciones nuevas. A menudo el hombre no descubre en esas conmociones más que la confusión y el desorden momentáneos que lastiman sus intereses materiales, mas, el que levanta su pensamiento por cima de la personalidad, admira los designios de la Providencia que del mal hace salir el bien. Es la tempestad y el huracán que sanean la atmósfera, después de haberla agitado.”

(Comentario de Kardec a la pregunta 783, del Libro de los Espíritus)

 

Por Juan Manuel Ruiz González

Escrito por Juanma

Juanma

Juan Manuel Ruíz González es miembro de la Asociación Espírita José Grosso de la ciudad de Córdoba (España) y fundador del grupo de Facebook «Doctrina Espiritista 2.0». También escribe artículos en publicaciones espíritas como el periódico madrileño «El Ángel del Bien» y es asiduo colaborador de la web Zona Espírita.


Publicado 15 abril, 2015 por Juanma en la/s categoría/s "Espiritismo