junio 2 2015

Las prácticas espiritistas de la primera Iglesia*

«Cuando un hombre que tiene un espíritu que procede de Dios viene a la asamblea de los fieles, y se ha hecho la oración, el espíritu penetra en ese hombre que habla en la asamblea como Dios quiere»
El libro del Pastor (texto cristiano del siglo II)

11350732_377903319079918_5311142451852117573_n

 

A pesar de las prohibiciones y condenas religiosas de las iglesias oficiales (por tradición contrarias al Espiritismo en general, y a la mediumnidad en particular), cristalizadas por sus dirigentes en una propagandística demonización del mensaje de los Espíritus superiores, manipulado como algo contrario a Jesús, una lectura atenta de los Evangelios y otros textos cristianos nos hace atestiguar con claridad que el culto a los Espíritus constituía una práctica habitual entre los cristianos primitivos.

Jesús, como cualquier avatar o enviado de Dios, es un médium, alguien que trae un mensaje redentor. Igualmente los considerados “santos” por el catolicismo o los “profetas” por el judaismo, lo son en tanto están especialmente dotados para el contacto y filtraje de lo superior y elevado. Por esto, de partida, las condenaciones y/o negaciones al respecto del contacto con los espíritus constituye un error de base que deriva en un sinsentido adoctrinante.

Como dice Juan Félix Algarín (Jesús de Nazaret y la reencarnación): “La vida de Jesús es un intercambio continuo entre los vivos y los muertos; entre el mundo material y el mundo espiritual. De tal manera que es Jesús de Nazaret el que viene a derogar aquella ley mosaica inscrita en Levítico 20:27 y Deuteronomio que prohibía la comunicación con los espíritus.” Por razones religiosas fue cerrada esa puerta que, sin embargo, había formado parte natural de la vida devocional de todos pueblos palestinos de antes de la instauración del patriarcado levita o judío, que no solo prohibió la creencia en una Diosa Madre**, sino también el papel central que las sacerdotisas tenían en la religiosidad (estas fueron sustituidas por las vírgenes del Templo, con la mera función de esposas de la clase dominante). Jesús, sin embargo, se mostró absolutamente leal a la comunicación con el plano invisible, y no desdeñó la compañía de la mujer en su programa espiritual, lo que fue un motivo más añadido para sus detractores del Templo, en lo que, sin duda, debió parecerles un sospechoso e incómodo acercamiento al ancestral culto a la Diosa** y a los espíritus como potencias de la naturaleza.

El intercambio con las fuerzas desencarnadas y el lugar que a estas se les daba en las reuniones del primer cristianismo, no solo no fue rechazado por el Nazareno (como si hizo con otras prácticas), sino aceptado de manera natural y practicado por los apóstoles, que al fin y al cabo eran sensitivos con diversas aptitudes mediúmnicas.

Una clara evidencia de todo esto es la existencia (a pesar de las censuras y omisiones perpetrados posteriormente en los Evangelios) de dos excelentes tratados y referencias sobre mediumnidad: la Primera Epístola a los Corintios; donde Pablo de Tarso, en los capítulos 12 y 14, clasifica los diferentes tipos de médiums (él define a la mediumnidad como “dones del espíritu” o “carismas”), y el Libro del Pastor, atribuido a Hermas, discípulo de los apóstoles (una obra vinculada a los Evangelios y a los Hechos de los Apóstoles)… Pero además tenemos el consejo de Juan (previniendo usar de la disciplina y el buen sentido en las prácticas con los seres espirituales): “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad si los espíritus son de Dios”.

Sin duda, es obvio e incontestable que el intercambio espiritista no solo estaba a la hora del día en tiempos de Jesús sino que, aparte del Espíritu Santo (pléyade formada por Espíritus superiores), las almas de los desencarnados también se comunicaban, y los apóstoles aconsejaban prudencia y discernimiento para distinguir los buenos de los ignorantes.

En las primeras reuniones de los seguidores de Jesús se ejercía el trato habitual con las almas del más allá, incorporado entre las mismas prácticas de caridad y fraternidad; así como existían tantas facultades mediúmnicas como las que, diecinueve siglos más tarde (1861), describió Kardec en El Libro de los Médiums.

Juan Manuel Ruiz Glez.


*Iglesia viene del griego ekklēsía, que significa “asamblea”, así como “llamado” (mensaje). Dista, pues, mucho, de lo que hoy entendemos como Iglesia, según el Catolicismo romano (que fue un movimiento político-religioso que vino siglos después de la muerte de Jesús).

** Antes del cautiverio en Babilonia y las leyes mosaicas patriarcales del culto a Javeh, el pueblo palestino y toda la costa del mediterráneo oriental desde Gaza (Judea) hasta Tiro (Fenicia), adoraba a la Diosa o Madre del Cielo, de la cual Javeh era solo su consorte.

Escrito por Juanma

Juanma

Juan Manuel Ruíz González es miembro de la Asociación Espírita José Grosso de la ciudad de Córdoba (España) y fundador del grupo de Facebook «Doctrina Espiritista 2.0». También escribe artículos en publicaciones espíritas como el periódico madrileño «El Ángel del Bien» y es asiduo colaborador de la web Zona Espírita.


Publicado 2 junio, 2015 por Juanma en la/s categoría/s "Espiritismo