Para responder plenamente esta pregunta necesitaríamos mucho más que un texto en un blog.
Lo primero que debe ser aclarado es que la posible consistencia filosófica y científica del Espiritismo se vio empañada por el movimiento religioso que se creó en Brasil, bastante alejado de la racionalidad y del método de análisis crítico que proponía Kardec, en el abordaje de los fenómenos mediúmnicos.
Es necesario un esfuerzo de sumergirnos en el pensamiento espírita original, de realizar una lectura bien hecha de los que sucedieron a Kardec, con investigaciones serias a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX y después acompañar lo que ha sido intermitentemente investigado a partir de la segunda mitad del siglo XX hasta nuestros días – para pronunciarnos sobre la cuestión propuesta.
No, Kardec no era un autor positivista a la moda de Augusto Comte. En ningún sentido.
El positivismo del siglo XIX era un cientificismo, que pretendía abarcar toda la realidad a través de la ciencia, partiendo además de presupuestos filosóficos materialistas.
Demostré en mi tesis que Kardec justamente hace la crítica de ese discurso científico y reduccionista y que su concepción de la ciencia se acerca mucho más a los teóricos contemporáneos como
Thomas Kuhn, por ejemplo.
Esto porque reconocía que no hay ciencia sin articulación filosófica, como varios filósofos de la ciencia apuntaron en el siglo XX.
Tampoco es positivista, porque el positivismo quería la muerte de la filosofía, la muerte de la idea de la trascendencia humana y Augusto Comte jamás realizó hizo una investigación empírica.
Él era un teórico. Inventó una narrativa cientificista y una religión sin espiritualidad y sin Dios, de la cual él era el supremo sacerdote. Una figura excéntrica y considerada mediocre por los pensadores contemporáneos.
El intento, por lo tanto, de clasificar el Espiritismo de
positivista es una simplificación ingenua o de mala fe, porque se trata de colocar a Kardec en ese rol pretensiosamente pseudocientífico del que Comte es uno de los representantes más conocidos.
Lo que Kardec propuso, y realizó, fue un nuevo enfoque metodológico para comprender fenómenos que siempre estuvieron presentes en la historia de la humanidad: percepciones extra-sensoriales, comunicaciones de personas que ya habían muerto y recuerdos de vidas pasadas.
En la Grecia antigua tenemos diversas manifestaciones de ese género, como los recuerdos que
Pitágoras y
Sócrates tenían de otras existencias, como la idea de reencarnación en
Platón o aún historias de visitas espirituales en los clásicos de la literatura griega, como
la Ilíada y
la Odisea.
Esto sólo por citar a los griegos, sin mencionar toda la historia del pensamiento humano, en Oriente y en Occidente.
La universalidad de una idea no atestigua su verdad, pero al menos nos llama la atención para un análisis respetuoso.
La cuestión es que además de esa universalidad y antigüedad tanto de la idea de la reencarnación, como de la comunicación con los espíritus – ambas sosteniendo la inmortalidad del alma – desde el tiempo de Kardec hasta hoy, hay investigadores comprometidos con métodos rigurosos de análisis de los datos, quienes se han pronunciado favorablemente al respecto.
Y después de Kardec, la mayoría de los investigadores no estaban relacionados, y a veces ni tenían conocimiento del Espiritismo, mucho menos de ese Espiritismo religioso y acrítico que se estableció en el movimiento brasileño.
Desde mi punto de vista, la más consistente investigación que viene confirmando la teoría de la reencarnación, como fue propuesta por Kardec, es la de Ian Stevenson y de sus asociados y sucesores.
Más de 2.500 casos de recuerdos espontáneos de niños acerca de supuestas vidas pasadas, observadas con metodología bastante rigurosa, incluyendo los casos con marcas de nacimiento, no explicables por la herencia, pero que corresponden exactamente a la causa de la muerte de la personalidad anterior, que el niño dice haber sido, cuya comprobación se encuentra en el certificado de defunción y en la autopsia de dicha personalidad…
Los fenómenos de casi-muerte, de poltergeist, de telepatía, de clarividencia… todo ya fue objeto de investigaciones serias con resultados y evidencias bastante prometedoras, que nos llevan a las mismas conclusiones que Kardec en el siglo XIX, quien tenía sus limitaciones del momento histórico, para lograr una investigación con el rigor que podemos desarrollar hoy.
Yo misma participé, como médium estudiada, en una interesante investigación liderada por
Julio Peres, doctor en Neurociencias por la USP,
Alexander Moreira-Almeida, doctor en Medicina por la USP y por
Andrew Newberg, doctor e investigador norteamericano especializado en neuroimagen, de la
Universidad de Pensilvania. (Véase el artículo publicado al respecto).
¿Por qué entonces el Espiritismo no es parte de la ciencia ‘mainstream’?
Porque estas evidencias hieren paradigmas muy arraigados, así que hay que negarlas, aislarlas, cerrar los ojos y ridiculizarlas.
Ellas hieren tanto el paradigma materialista reinante en las universidades, que es un paradigma puramente ideológico, como hiere el fundamentalismo de las religiones institucionales, que se asustan con el desvendar de la vida post-muerte como algo natural, lo que les quitaría completamente la función de mediadoras, que controlan el peaje hacia el cielo.
La idea de la reencarnación implica una moralidad que los materialistas no quieren aceptar en su relativismo ético e implica una emancipación del individuo como dueño espiritual de sí mismo, que las religiones institucionales tampoco quieren integrar en su visión del Más Allá.
Además, sabemos hoy –
Noam Chomski y otros denuncian esto de forma bastante convincente – cuánto la ciencia atiende a intereses económicos, militaristas, de facciones. Entonces no siempre (¿o raramente?) hay exención en la llamada ciencia ‘mainstream’.
Sin embargo, esa fue una de las mejores contribuciones que Thomas Kuhn le dio a la filosofía de la ciencia, demostrando que los paradigmas de una determinada comunidad científica no están compuestos solamente de evidencias, sino de visiones de mundo que son sociales, históricas y subjetivas…
Los espíritas brasileños, con su discurso cerrado, en su mayoría con una visión estrecha, tampoco contribuyeron para que el Espiritismo saliera de su gueto y alcanzara la universidad – pero ese es un hecho que está siendo revertido, porque investigadores serios como los citados arriba y otros, que forman parte de grupos de investigación en Brasil y allá afuera, vinieron del movimiento espírita, pero se deshicieron de las amarras meramente religiosas y se están dedicando a abrir un nuevo sendero de abordaje metodológico de los fenómenos, que evidencian que sobrevivimos a la muerte y que el Espíritu es inmortal.
Ellos prestan sus manos a otros investigadores, que no vinieron de la comunidad espírita, pero también están comprometidos con ese descubrimiento del Espíritu.
La verdad no es espírita, budista, católica o atea: ella es sólo la verdad, objetiva, palpable y puede ofrecer evidencias, si queremos verlas.
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(1)
Luiz Felipe Pondé es un teólogo y filósofo brasileño, conocido por ser muy vocal y mediático.
Traducido libremente al español por José E. Arroyo
Traducción al español publicada por la revista A la Luz del Espiritismo. Publicación Oficial de la Escuela Espírita Allan Kardec. Puerto Rico. Año 3. Nº11. Septiembre 2017
Dora Incontri es educadora, periodista, poetisa y escritora brasileña; autora de más de 40 obras publicadas, entre ellas libros didácticos de filosofía. Doctora y post-doctora en Historia y Filosofía de la Educación por la Universidad de São Paulo. También es coordinadora de la Asociación Brasileña de Pedagogía Espírita.
Estudiosa del educador Johann Heinrich Pestalozzi en Brasil y también una notoria estudiosa de su discípulo Allan Kardec, fundador del Espiritismo.
Excelente