Espiritismo: Ciencia
Kardec tenía muy claro que el Espiritismo era una nueva ciencia antes que una religión, pero igualmente, no por eso buscó el refrendo de la ciencia oficial, ni la aprobación de las academias, es más, más de una vez expresó que la ciencia (oficial) tiene otros parámetros de medida de la realidad, y que por lo mismo no estaba capacitada para juzgar el Espiritismo.
Convenimos que lo religioso es un innecesario atavismo cultural que no ayuda a la clarificación de lo que realmente es el Espiritismo, pero, igualmente, caer en la obsesión cientificista no es la solución más idónea.
El Espiritismo es una ciencia (en el sentido práctico y filosófico/espiritual), pero no es otra disciplina académica, y nunca lo será (por más que sintonice con todas), porque el campo que le es propio trasciende lo material y transita por lo filosófico y metafísico.
Obviamente la doctrina espiritista es progresista (moral, filosófica y científicamente hablando), pero al mismo tiempo, por ser un llamado de naturaleza superior, su potencial real reside en su llamado moral y autoreformador.
Es descorazonador encontrar vociferos y «gurús» auto mal llamados reformistas o actualizadores, más repletos de retórica que afectos al mensaje, más inclinados a la controversia que a ser instrumentos de paz y progreso.
Ignoran que su Espiritismo quedó encapsulado en el intelecto, y que por más que se revista de aportes y polémicas adoctrinantes, en la práctica apenas es un actuar al servicio del ego.
Muchos, sin percibirlo, fracasan en lo divulgativo pues quedaron limitados a la confrontación dialéctica y el debate estéril, ignorantes de que su Espiritismo apenas es residual al haberse distanciado de su foco central.
Sin la caridad (en el sentido integral que le dieron los Espíritus) y la práctica del bien no hay Espiritismo auténtico.
Por Juan Manuel Ruiz González
Miércoles, 8 de Julio de 2020