A un mendigo del Alma
Vivir dudando es vegetar muriendo; ¡La duda es el infierno de la vida! ¡Es el gusano que nos va royendo! ¡Es el Satán de la primera caída!
¡Dudar de Dios!… Cuando en nosotros arde la pura llama de su inmenso fuego…
¡Dudar de Dios al contemplar la tarde!… ¡Para dudar de Dios se ha de estar ciego!
¡Desgraciado de aquel que cruza el mundo sin que su corazón sienta un latido!
¡Puede haber un tormento más profundo que decir: yo nací, mas no he vivido!…
Todo ama en la Creación, y yo tan solo me resisto al poder de lo creado; cual hoja seca voy de polo a polo; que el nido de familia no he formado.
¡Dudo de Dios, y dudo de mí mismo; la humanidad contemplo con tristeza: para mí la creación es un abismo! ¡Pues de Dios no comprendo la grandeza!
¿No la comprendes? Y las bellas flores te dicen con su aroma delicado, y con sus hermosísimos colores que el padre de la luz las ha creado.
¿No la comprendes…? ¿Y las tiernas aves a tu imaginación no dicen nada? Al escuchar sus cánticos suaves. ¿No elevas hasta el cielo tu mirada?
¿Cuándo miras al mar, no hay en tu mente un pensamiento que en tu pecho vibra? Ese algo inexplicable que se siente… que toca al corazón, fibra por fibra; ¡Que eleva nuestro ser, y lo transporta a bellas y magníficas regiones, y nuestra vida nos parece corta… al sentir tan inmensas sensaciones!
¿Todo esto para ti te fue negado? ¡Me inspiras compasión, amigo mío! Porque sin duda tu fatal pasado le dejó a tu presente ese vacío.
Todo tiene su causa en este mundo; no hay culpa que no tenga penitencia; en el reloj del tiempo, ni un segundo desliza sin dejar su consecuencia.
Sin duda ayer, familia numerosa te brindó con sus halagos y sus cariños; y una mujer, cual la ilusión hermosa, te hizo ser padre de inocentes niños.
Y todos los encantos de la vida a tu alrededor sin duda sonrieron; pero aquel que más goza, más olvida; y los tuyos quizás víctimas fueron.
De ese desdén y esa indiferencia del que goza y no sabe que hay abrojos; y por hoy por eso desliza tu existencia, sufriendo de la duda los enojos.
Por eso eres un ser desheredado; y más rico que tú, es el mendigo que dice en su pobreza: ¡Soy amado! ¡Tú llevas en tu duda, tu castigo!
Sigue pagando deudas atrasadas; duda de todo, pues que así es tu deseo; cuando todas tus cuentas sean saldadas, ya no será la duda tu verdugo.
Entonces amarás, tendrás tu nido, recobrarás la herencia de la vida; ¿Todos para querer hemos nacido? La duda es el tormento del deicida.
Pero éste cesará: nuevas auroras te brindarán sus nubes de colores; y las sombras del bien halagadoras, tu hermosa senda te cubrirán de flores.
Creerás en Dios, admirarás su gloria, verás en todo su sin par grandeza; sigue escribiendo tu eterna historia; ¡Que nunca acaba lo que Dios empieza!
Sigue escribiendo; vivirás mañana; tu duda es humo que se lleva el viento; la verdad eterna que de Dios emana, también a ti te prestará su aliento.
Si hoy por tu causa estás desheredado, si hoy eres un mendigo en la Tierra, si hoy no puedes creer que eres amado, porque la duda en su dolor te aterra.
Cuando dejes el mundo, y tu mirada contemple la Creación en su grandeza, exclamarás: ¡Señor la duda es nada!.. ¡Tú vives en la gran naturaleza!
Por Amalia Domingo Soler
Extraída del libro recopilatorio «La Luz de la Verdad»