enero 1 2022

160 años de “El Libro de los Médiums”

“Todos los fenómenos espíritas tienen como principio la existencia del alma, su supervivencia al cuerpo y sus manifestaciones”. (Kardec 2011, 38)

El Libro de los Médiums de Allan Kardec, la segunda obra que constituye la Doctrina Espírita, al cumplir los 160 años de publicación, nos anima a aprender el contenido sublime, con miras a una comprensión más amplia de la realidad que nos rodea.

En él, el Codificador certifica el fenómeno mediúmnico, o fenómeno espírita como se llamaba entonces, pero no sólo eso. Kardec observa, experimenta, analiza, intuye, dialoga con los Espíritus y elabora el estudio más notable de la mente y sus manifestaciones.

Elimina el velo que cubría la realidad espiritual, desmintiendo la idea de lo sobrenatural y estructura una nueva ciencia, clasificable en el campo de las ciencias naturales metafísicas.

Por lo tanto, otorga al mundo la base de un vasto campo de investigación, promoviendo a la humanidad hacia un nuevo nivel en el camino evolutivo.

Se enfrenta a los fenómenos más insólitos, como apariciones, levitaciones, materializaciones, escrituras y voces directas, a través de médiums desconocidos o notables, pero no se pierde en la maraña de impresiones que deslumbran por lo espectacular.

Razona, indaga y concluye que en la base de los más diversos sucesos fenoménicos está el alma humana, dotada de posibilidades inimaginables, sobreviviendo a la muerte, y que puede volver a la convivencia de aquellos a quienes ama, con quienes está en sintonía, para los ambientes que marcaron su existencia cuando vivió en la carne, o liberándose de las cadenas del materialismo, rumbo a las alturas de la espiritualidad.

A pesar de todo el abanico de conocimientos, no deja de vislumbrar las consecuencias moralizadoras del nuevo conocimiento, destino de cualquier ciencia que pretenda contribuir al progreso de la humanidad.

En otras palabras, el estudio de El Libro de los Médiums lleva al hombre a encontrarse consigo mismo, desvelándole el futuro y poniendo en sus manos su propio destino.

Un Libro Mediúmnico

“En la segunda edición se introdujeron mejoras importantes, mucho más completas que en la primera. Fue corregido con especial cuidado por los Espíritus, que añadieron un gran número de notas e instrucciones de primer interés. Como ellos revisaron todo, lo aprobaron o lo modificaron a voluntad, se puede decir que es en gran parte, obra de ellos, porque su intervención no se limitó a algunos artículos que firmaron». (Kardec 2011, 17)

Allan Kardec, al presentar el nuevo libro, justo en su introducción, comienza con una proposición negativa, afirma lo que la obra no pretende: formar médiums.

Aunque las explicaciones detalladas sobre el ejercicio de la facultad mediúmnica descritas a lo largo del libro, el estudio de El Libro de los Médiums no desarrollará en el individuo ninguna posibilidad fenoménica, así como, compara Kardec, el estudio de las reglas de la pintura o la poesía no crea al poeta.

El propósito es otro. Demostrar que es posible el intercambio con los que han muerto y explicar cómo sucede esto.

Es en este punto que Kardec aclara que El Libro de los Médiums es una producción de los Espíritus superiores. Revisaron las tesis expuestas, las adaptaron a las condiciones evolutivas de la Tierra y aprobaron la publicación para que la visión del cielo a la tierra saliera a la luz de la manera más segura para ejercitar la facultad natural que existe en el ser humano, a la llamada mediumnidad.

Lejos de pretender propagar una práctica indiscriminada de las sesiones mediúmnicas, los espíritus guía de Kardec trajeron la disciplina, las normas para que el hombre domine poco a poco el poder desconocido.

Este aprendizaje será esencial para el hombre del futuro, después de todo el desarrollo de la mediumnidad es una fatalidad.

La humanidad ya estaba madura para el nuevo aprendizaje, comenzando la Era del Espíritu.

El Libro de los Médiums es un diálogo sobre la vida, sobre el ser, el existir y el convivir entre los condominios de la Tierra, las almas y los hombres, más allá de los límites de la muerte.

El Estudio del Alma

“En el Espiritismo, la cuestión de los Espíritus es secundaria y consecutiva; no constituyendo su punto de partida. Este es exactamente el error en el que caen muchos adeptos y que lleva a ciertas personas al fracaso. No siendo los Espíritus sino las almas de los hombres, el verdadero punto de partida es la existencia del alma”. (Kardec 2011, 46)

Es común considerar El Libro de los Médiums como un libro de pura investigación fenoménica, para el estudio exclusivo de médiums y dirigentes, con miras a la realización de una reunión mediúmnica. El Libro de los Médiums va más allá.

La sabiduría de Kardec y la alta inspiración que tuvo, lo hizo investigar el fenómeno mediúmnico – el efecto -, llegando a la causa, – el alma.

De ahí que se diga que el adepto espírita debe estudiar desde el principio, cuál es la existencia del alma, del yo, y no del Espíritu, el otro(1) .

Aparentemente, en el Espiritismo el objetivo de toda investigación se centra en el Espíritu, es la siguiente deducción.

Sin embargo, el estudio espírita tiene que ver con el alma, es decir, con un estudio trascendente del ser humano.

A pesar de ello, es común que el alumno, al encontrarse con el término Espíritu en El Libro de los Médiums, piense en un ser alejado de su realidad o que los temas tratados no se refieran a él, a su vida cotidiana, este es el error.

El estudio de El Libro de los Médiums debe ser reflexivo, interiorizado, ya que Kardec expone el presente y el futuro de los habitantes de la Tierra.

Las perturbaciones post-muerte, las creaciones mentales continuas, muchas dañinas, las persecuciones obsesivas, el apego, después de la desencarnación de las personas, las cosas y lugares que llevan al individuo a serios obstáculos, temas abordados por Kardec, son temas que conciernen a todos.

Meditando, El Libro de los Médiums lleva al individuo a entenderse a sí mismo, en su esencia espiritual y lo lleva a la transformación moral.

Hace con que se comprendan emociones y pensamientos.

El pensamiento es el vínculo de conexión entre las almas.

Alma y Espíritu son el mismo ser.

El médium es el intérprete del pensamiento de los Espíritu.

Todas las veces que alguien transmite un pensamiento, de forma consciente o inconsciente, está promoviendo un acto mediúmnico.

Todo fenómeno mediúmnico, sea él de efecto físico o intelectual, tiene su base en la acción del pensamiento.

Los pensamientos de encarnados y desencarnados, asociados o no, son capaces de producir los más variados fenómenos mediúmnicos, desde una inspiración hasta los fenómenos excepcionales de materialización, de levitación o incluso los agéneres.

Por el pensamiento se puede promover la cura de un enfermo, ascender al contacto con almas sublimes o caer en procesos obsesivos complejos que degradan la vida del individuo.

Mediumnidad es pensamiento.

Visto así, El Libro de los Médiums es para estudio general y no sólo está destinado a médiums o prácticas mediúmnicas.

La Acción sobre la Materia

“Este segundo envoltorio del alma, el periespíritu, existe, pues, durante la vida corporal; es el intermediario de todas las sensaciones que el Espíritu percibe y por la cual transmite su voluntad al exterior y actúa sobre los órganos del cuerpo”. [la cursiva es del original]. (Kardec 2011, 91)

Una de las revelaciones más notables de los Espíritus a Kardec insertada en El Libro de los Médiums es la posibilidad de la acción del pensamiento sobre la materia.

Es esta capacidad humana natural la que explica los fenómenos mediúmnicos.

Pero la palabra materia tiene en el Espiritismo un significado amplio.

Resume los estados conocidos de la materia, los presuntos y los que aún no han sido descubiertos por la ciencia en la Tierra, así como la materia de la dimensión espiritual.

Los estados infinitos de la materia son simples variaciones de una materia primordial, el llamado Fluido Cósmico Universal, que se extiende por todo el universo como si los cuerpos celestes estuvieran sumergidos en un océano gigantesco.

Un ejemplo: las variaciones moleculares de este fluido originan en el plano físico la serie de elementos químicos clasificados por la ciencia, como el hidrógeno, el oxígeno, el carbono, el nitrógeno y otros, y en la dimensión espiritual se forman desde la vestimenta de los Espíritus hasta las grandes ciudades o regiones que albergan a los desencarnados.

Los fluidos espirituales, magnéticos, vitales, eléctricos y otros, en el lenguaje de los Espíritus orientadores de Kardec, se refieren a las variaciones del Fluido Cósmico Universal. Y ese fluido es manipulado por el pensamiento.

Continuamente, encarnados y desencarnados están transformando esta materia, alterando su naturaleza, por el simple acto de pensar.

La imaginación es considerada como una abstracción en el plano físico, pero es una realidad en el plano espiritual, algo concreto, perceptible por los Espíritus y puede ser sensible a los encarnados.

Estas creaciones mentales pueden causar, por ejemplo, un bienestar, si los pensamientos son de amor, armonía, paz y, por el contrario, pueden generar disturbios, que son de odio, dolor, envidia.

Por eso se dice, que imaginar es crear.

El universo es creación de la mente divina.

El producto más extraordinario de este Fluido proviene de su agregación alrededor del Espíritu/Alma, o periespíritu.

El periespíritu es un intermediario en la aparición de los fenómenos mediúmnicos. Es el cuerpo espiritual que conecta al Espíritu con la materia, entre otras propiedades, puede exteriorizarse fuera del cuerpo físico.

Este fluido exteriorizado, llamado por Charles Richet de ectoplasma, es la materia utilizada para la producción de fenómenos de efectos físicos.

El periespíritu es también la plataforma que permite el contacto mental entre el Espíritu y el médium para que ocurran los fenómenos de efectos intelectuales.

Cuando el alma está encarnada, actúa por el pensamiento sobre los fluidos, y quien más sufre con esa acción psíquica continua es el mismo individuo.

Toda la masa mental se exhibe en el periespíritu y se refleja en el cuerpo físico en forma de salud o enfermedad.

Las sensaciones, la voluntad, el metabolismo de las células, el funcionamiento de los órganos son formas de acción del alma sobre la materia, en el siguiente flujo: pensamiento – periespíritu – cuerpo físico. Es por eso que el estudio de la mediumnidad es tan importante, porque es la acción de la mente sobre la materia, como nos dice Kardec, es un acto mediúmnico.

Y eso es lo que entre otros factores, hace que todos seamos médiums.

Quiénes son los Médiums

“Médium es toda persona que siente, en cualquier grado, la influencia de los Espíritus. Esta facultad es inherente al hombre y, por lo tanto, no constituye un privilegio exclusivo”. (Kardec 2011, 257)

Entre las grandes colaboraciones del Espiritismo para las ciencias está la identificación de la mediumnidad como facultad humana.

Kardec, al señalar en El Libro de los Médiums que una de las observaciones de la mediumnidad es la influencia de los Espíritus sobre el hombre, desveló uno de los grandes misterios que acompaña los pasos de la humanidad, que es la realidad del contacto con los seres desde otra dimensión.

La posibilidad que exhiben los chamanes, profetas, pitonisas, faquires e iniciados no es exclusiva de ellos, por el contrario, es de todas las personas.

Los seres mitológicos, los ángeles, los demonios, los dioses son las almas de los hombres que vivieron en la Tierra, explica Kardec.

Esta habilidad ancestral hace del hombre un ser mediúmnico.

Es evidente que este no es todavía el entendimiento actual, incluso entre los adeptos espíritas.

Lo que sí es común es clasificar como médium sólo a aquel que puede mediar en la producción de fenómenos ostensivos.

Esa no fue la conclusión a la que llegó Kardec al definir la facultad mediúmtica como humana.

Al incluir la capacidad perceptiva de otra dimensión entre las posibilidades psíquicas del ser humano, Kardec avanzó en el estudio del cerebro y la mente.

El hombre es médium sin saberlo.

Intercambia pensamientos, capta ideas que le son ajenas, puede inducir y ser inducida por mentes oportunistas, sus pensamientos son una mezcla de creaciones mentales propias con las de otras mentes.

Naturalmente, existen grados infinitos de posibilidades perceptivas, tantas como habitantes de la Tierra.

Efectivamente, hay aquellos en los que la facultad es ostensiva, siendo menor en la población, que mantiene el compromiso de ayudar a quienes no tienen un mayor potencial mental.

El trance mediúmnico, como la psicografía, la psicofonía, la videncia, revelan una parte de las posibilidades mediúmnicas del cerebro.

La mediumnidad ostensiva es el regalo divino al hombre para su progreso.

La mediumnidad latente es el nuevo sentido que espera disciplina y responsabilidad.

Desarrollo y Educación de la Mediumnidad

“Sería un gran error de tu parte creer que estás exento de nuevas instrucciones, ya que solo habrás superado una resistencia material”. (Kardec 2011, 325)

Kardec en El libro de los Médiums es perentorio: la mediumnidad se desarrolla.

El gran maestro lionés de la educación conocía bien la diferencia entre la educación y desarrollo.

Al afirma que la mediumnidad se desenvuelve mediante el ejercicio, se basó en la enseñanza de los mentores de la falange del Espíritu de Verdad que señaló que la mediumnidad es de naturaleza orgánica.

Así como el pianista se adiestra en el arte de manejar las teclas de un piano, el médium puede tornarse experto en la producción mediúmnica.

Esto se debe porque la habilidad de las manos como la capacidad psíquica para traducir los pensamientos de los desencarnados es de naturaleza fisiológica.

Kardec menciona el hecho de que, superada la resistencia material, es decir, con el médium ya entrenado, desarrollado por la práctica, le corresponde a él instruirse, esto es educación.

El médium necesita elevar sus conocimientos sobre el estudio espírita y el mejoramiento intelectual, para ampliar sus posibilidades interpretativas.

También debe elevarse moralmente, si quiere tener la asistencia de benefactores espirituales.

Uno de los grandes obstáculos para el progreso del médium es el personalismo expresado por el orgullo y el egoísmo.

La mediumnidad no fue dada al hombre para beneficio personal, los Espíritus no están al servicio del médium, los buenos Espíritus no subirán al escenario con el médium para su exhibición pública, advierte Kardec.

Aquel que somete su potencial mediúmnico a la vanidad son candidatos a la fascinación, enseña el Codificador.

Por tanto, el refinamiento de la facultad mediúmnica requiere persistencia y responsabilidad en la práctica mediúmnica en reuniones mediúmnicas serias, y la ampliación de los conocimientos, combinado con la transformación moral, si el médium pretende colaborar con las grandes almas.

La Interexistencia

“Sabemos que durante el sueño el Espíritu recobra parcialmente su libertad, es decir, se aísla del cuerpo, y es en este estado que, en muchas ocasiones, tuvimos la oportunidad de observarlos. Pero el Espíritu, ya sea que el hombre esté vivo o muerto, siempre trae la envoltura semimaterial que, por las mismas causas que ya hemos narrado, puede adquirir visibilidad y tangibilidad”. (Kardec 2011, 189-90)

“Cuando el individuo despierta, los dos cuerpos se unen y la vida del alma regresa al cuerpo material”. (Kardec 2011, 199)

Cada mañana, al despertar, los dos cuerpos se encuentran en un solo individuo.

El Libro de los Médiums al introducir temas como la emancipación del alma, bicorporeidad, apariciones de personas vivas y los sueños revela que el ser humano tiene una dualidad existencial, vive entre dos dimensiones, material y espiritual, y transita diariamente entre ellas.

Tiene la vida del Espíritu, incluso cuando está encarnado, ya que no es un prisionero del cuerpo.

El individuo al dormir, por el sueño natural o provocado, o incluso en una simple modorra, se libera del cuerpo y va a satisfacer sus intereses.

El operario vuelve al entorno del trabajo.

El voluptuoso busca las sensaciones que lo embriaguen.

El hombre de bien busca su instrucción.

Quien es caritativo encuentra nuevas razones para el servicio al prójimo.

Y regresa, al despertar, al cuerpo físico con el pálido recuerdo de su vida extracorpórea, el sueño.

El cerebro físico no es capaz de registrar dos vidas simultáneamente.

Para aprovechar los momentos de liberación de la materia en acciones en el bien, junto con los benefactores espirituales, le corresponde al individuo buscar el comportamiento recto, el estudio y la práctica del Evangelio de Jesús, la oración y la caridad cotidianamente.

Sin esto, puedes sufrir durante el sueño un severo acoso obsesivo grave, cuando los Espíritus perturbadores hipnotizan a sus víctimas, haciendo que pasen el día como autómatas, caminando, sin darse cuenta, hasta la ruina de la existencia.

La conciencia de esta interexistencia conduce al más alto grado de comprensión de la vida en su integridad.

Es hacia ella que camina la humanidad, ya que abandona la ilusión que provoca la materia.

Las Ilusiones de la Vida y la Muerte

“Siguen viéndose a sí mismos bajo la forma que tenían antes de morir y esa visión produce en algunos, durante cierto tiempo, una ilusión singular: la de creerse aún vivos. Carecen de la experiencia en el nuevo estado que se encuentran, para convencerse de la realidad”. (Kardec 2011, 91)

El Libro de los Médiums es el libro de los vivos, de la vida inmortal.

Kardec desentraña la realidad después de la muerte.

De acuerdo con la familiaridad del individuo con los temas de la espiritualidad, su desapego de los bienes materiales, su aspiración en progresar sirviendo al prójimo, será menos extraña la vida que encontrará después de la desaparición del cuerpo.

Para muchos, el trance desencarnatorio es un destino tan traumático que no perciben la desencarnación y permanecen enfocados en los mismos patrones de interés que tenían cuando encarnaron, lo que constituye una prisión para el alma.

Inconscientemente, recrean por el pensamiento ropa, objetos, deformidades, sensaciones de hambre, de sed, dolores diversos, escenas dramáticas de desencarnación que quedan registradas en su subconsciente.

No se dan cuenta que viven una ilusión, y no la realidad.

Sufren su propia incuria.

Se cree que viven en la carne, sufriendo ahora con la pérdida de los sentidos orgánicos.

Son estos los que se manifiestan diariamente en las reuniones mediúmnicas.

Comparecen para con el trance mediúmnico, recuperar al menos por breves instantes los sentidos orgánicos perdidos con la desencarnación, con miras a despertar del sueño ilusorio de la muerte, resultado de una vida en el cuerpo llena de ilusiones.

El adepto espírita cumple el desiderátum de estudiar las verdades eternas y seguir espiritualizándose, para abandonar las ilusiones de la materia y, con ello, no sufrir los errores causados por su propia mente después de la desencarnación.

Una Reunión Mediúmnica Permanente

“Sería un error creer que alguien necesita ser un médium, para atraer hacia sí a los seres del mundo invisible. Ellos pueblan el espacio, están constantemente a nuestro alrededor, a nuestro lado, viéndonos, observándonos, interviniendo en nuestras reuniones, siguiéndonos o huyendo de nosotros, a medida que los atraemos o repelemos. La facultad mediúmnica no influye en esto: no es más que un medio de comunicación”. (Kardec 2011, 374)

La facultad mediúmnica es un medio de comunicación, dice Kardec.

No existe la necesidad de una facultad ostensiva para la comunicación con los Espíritus.

El contacto mental entre encarnados y desencarnados es constante y ocurre con todos.

Los pensamientos que viajan a través del espacio interactúan en función de un vehículo, el Fluido Cósmico Universal, que llena el espacio entre encarnado y desencarnado.

Con esta base de contacto, las emisiones mentales de los comunicantes entran en la misma frecuencia, es la sintonía, consecuencia de la afinidad que puede existir entre ambos.

El Libro de los Médiums nos lleva así a la comprensión de que el hombre vive en un cierto estado mediúmnico permanente.

El acto mediúmnico no ocurre solamente en las sesiones de intercambio o reuniones mediúmnicas.

En el momento en que dos mentes se conectan y ocurre transmisión del pensamiento, se produce el acto mediúmnico.

De esta manera, podemos entender que hay mucho más ejercicio mediúmnico en el día a día que en las reuniones propiamente mediúmnicas.

Existen aquellos que están en sintonía continua con benefactores espirituales o con obsesores.

Es como si estuvieran en una reunión mediúmnica permanente.

Pero recordemos que la sintonía es una elección.

El médium puede optar por sintonizar con las luminarias de la espiritualidad o con las almas embrutecidas.

Ligado por el pensamiento a los benefactores espirituales se libera, surgen nuevas razones para vivir, recoge inspiraciones sublimes, por el contrario, puede sufrir órdenes hipnóticas que le suprimen el libre albedrío, convirtiéndose en médiums de fuerzas inferiores.

Los Espíritus están en todas partes, rodean a los encarnados, están interesados en aquellos con quienes conviven o se alejan si no encuentran afinidad.

El Libro de los Médiums, al traer la evidencia y complejidad existencial del ser humano, puede ser considerado el libro que enseña a los convivientes del plano físico y espiritual a convivir y comunicarse.

De ahí la importancia de la vigilancia con los propios pensamientos.

El contacto mental entre encarnados y desencarnados no puede ser impedido, pero puede ser controlado.

El pensamiento emitido por un Espíritu hacia un encarnado es siempre una sugerencia.

Acoger o no es un ejercicio de libre albedrío.

La Sociedad de los Espíritus

“Notemos también que los Espíritus se sienten atraídos unos a otros por la similitud de sus cualidades, formándose así, por simpatía, los grupos o las familias”. (Kardec 2011, 412)

Según El Libro de los Médiums, los Espíritus se reúnen de acuerdo con la afinidad, en grupos, familias, como los hombres encarnados.

De esta manera, forman una sociedad.

Kardec considera esencial entender esta sociedad, para que podamos vivir con ella en armonía.

Los Espíritus traviesos se reúnen, promueven el mal, tienen como objetivo mantener el poder, aunque estén desprovistos de cuerpo físico.

Las almas sublimes tienen como único interés cumplir los designios de Dios y se unen para cumplir con este fin.

Para explicar la escala de los Espíritus, lo que los identifica, las categorías que los evidencia, Kardec estructuró la llamada escala espírita(2).

El Codificador considera de capital importante que el médium, ostensivo o no, se familiarice con esa escala, para identificar a los Espíritus con los que se comunica y desconfiar contra las trampas de los Espíritus inferiores y malévolos.

El médium y el grupo mediúmnico debe tener condiciones para evaluar la cualidad de las comunicaciones mediúmdicas que reciben, si son provenientes de un Espíritu elevado o de un embustero.

Discernimiento que no puede faltar, ni siquiera en el día a día, cuando se está con ocurrencias como una inspiración o una intuición.

Ejercitar la lógica y el buen sentido espírita es fundamental para diferenciar el pensamiento elevado del inferior, y si debe ser acogido o refutado.

Sin esto, el médium puede estar siendo guiado por Espíritus de baja categoría, creyendo estar delante de seres sublimes.

Sobre todo si los comunicadores estimulan la vanidad del médium o se aprovechan de su escaso conocimiento de la vida espiritual.

La sociedad de los encarnados es una pálida representación de la sociedad de los Espíritus.

Los Espíritus son los mismos hombres, sólo les falta la vestimenta física.

Existen los frívolos, mistificadores, analfabetos, de falsos saber, pero también aquellos por los que toda reverencia es debida, dependiendo del altives moral que exhiben y de la luz que emanan.

La Moral de las Almas Cristificadas

Ahora, los Espíritus superiores son las sublimidades del mundo espiritual. La misma elevación en que se encuentran, los coloca de tal forma por encima de nosotros que nos asustamos con la distancia que de ellos nos separa. (Kardec 2011, 453)

Las cualidades que, preferentemente, atraen a los buenos Espíritus son: la bondad, la benevolencia, la sencillez de corazón, el amor al prójimo, o el desapego de las cosas materiales. (Kardec 2011, 365)

El Libro de los Médiums es el libro de la transformación moral.

Toda la colección de revelaciones, los análisis del Codificador, las disertaciones de los Espíritus, las largas entrevistas con San Luis, Erasto y otros, contenidas en el libro, tienen como propósito la evolución de la humanidad. Y esto tendrá lugar con la renovación moral del hombre.

Se comprende bien a qué moral se refiere Kardec.

Es la que trasciende las edades y tiene su síntesis en Jesucristo.

Después de todo, Él es el guía, el modelo para miles de millones de almas vinculadas a la tierra, encarnadas o desencarnadas.

Un aspecto al que Kardec tiene una atención preferente son las consecuencias de la revelación espírita.

De ahí que, en cada una de las tesis expuestas en El Libro de los Médiums, él busque la correlación con el comportamiento del individuo.

Para Kardec no basta con saber, es necesario transformarse para mejor.

La lógica tantas veces mencionada por el Codificador es en vista al corazón del hombre.

La razón en Kardec no está desprovista de sentimiento.

El Libro de los Médiums trae la verdad que libera.

Por lo tanto, el médium que no estudia, que coloca el fenómeno como el objeto de su atención pierde la gran oportunidad de progresar para mejor.

Si el médium pretende la ayuda de Espíritus elevados debe cultivar las virtudes que los atraen: “la bondad, la benevolencia, la sencillez del corazón, el amor al prójimo, el desapego de las cosas materiales”.

Sin la guía de los benefactores espirituales el médium puede perderse en la fascinación del fenómeno y permitirse la obsesión.

Por tanto, el médium necesita centrarse en sí mismo, evaluarse, sin vanidad ni autopiedad y, reconocer en qué aspecto de su personalidad ha faltado el Evangelio de Jesús.

Convertirse en apóstol del bien, servir sin pretensión, ayudar a encarnado y desencarnados, no tener la mediumnidad como medio de exhibición, ni de beneficio personal, la modestia, son algunos de los aspectos valorados por Kardec. El orgullo y la vanidad, en la visión Espírita, son los grandes obstáculos para el noble ejercicio de la mediumnidad.

La grandeza de El Libro de los Médiums se mide por la influencia moralizadora de sus enseñanzas.

Pudiéndose apreciar mucho más sobre este libro secular.

Corresponde al adepto espírita compulsar las páginas, observar el significado espiritual de cada palabra y aprender su contenido.

Es así como El Libro de los Médiums alcanza los 160 años de publicación como un nuevo libro, para ser conocido y divulgado, por el bien de toda la humanidad.

Bibliografia: Kardec, Allan ( 2011. El libro de los Médiums. [Traducción de Evandro Noleto Bezerra]. Río de Janeiro: FEB)

Referencias:

(1) Nota: Allan Kardec en el ítem II de la introducción de El Libro de los Espíritus define así el alma: “ser inmaterial e individual que reside en nosotros y sobrevive al cuerpo”. Y en el ítem VI agregó: “El alma es un Espíritu encarnado, siendo apenas el cuerpo su envoltura”. “Hay tres cosas en el hombre: 1º, el cuerpo o ser material análogo a los animales y animado por el mismo principio vital; 2º, el alma o ser inmaterial, Espíritu encarnado en el cuerpo; 3º el vínculo que une el alma al cuerpo, principio intermediario entre la materia y el Espíritu (se refiere al periespíritu).” En definitiva, en Espiritismo alma y Espíritu se refieren al mismo ser inmaterial. Didácticamente, sin embargo, con el propósito de diferenciar en cuanto al estado y prescindir en todo momento de la explicación anterior, por convención, Kardec utiliza comúnmente la palabra alma para designar el ser inmaterial cuando está encarnado y Espíritu para designar el mismo ser cuando está desencarnado.

(2) Véase Kardec, “El libro de los Espíritus”, pregunta nº 100.

Por Jacobson Sant’Ana Trovão (Brasil) Coordinador Nacional del Área de Mediumnidad del Consejo Federativo Nacional de la Federación Espírita Brasileña

Traducción de Victor Ruano Regueiro para La Revista Espírita – Revue Spirite Año 164. Nº 5. 2021. Publicada por el CEI (Consejo Espírita Internacional) Puedes descargar una copia en PDF desde este enlace:

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El Libro de los Médiums – Curso Espírita (cursoespirita.com)

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